Además de genial humorista, Diego Capuotto debe ser el mejor crítico cultural de nuestros últimos tiempos. Con su personaje Juan Domingo Perdón se anticipó a los días que corren, en los que, con lágrimas de cocodrilo, tenemos un presidente que miente con eso de que se equivoca y pide disculpas. Su objetivo tiene métodos sistémicos y todos apuntan a que él, su clan y la lumpen burguesía a la que expresa se queden con la riqueza que producen los argentinos. “Cocodrilo” Macri castiga sin cesar a la clase trabajadora y beneficia a los que más tienen con las políticas neoliberales.
Por Carlos López (*) / Bancos y empresas de su propia familia se ubican entre los únicos que festejan los aumentos y la pérdida del poder adquisitivo. La caída de la ilusión de un mercado competitivo con el mundo a partir del aumento de las importaciones y los consecuentes “errores” del gobierno ponen a la economía argentina en una situación que ni las fórmulas de marketing de Durán Barba podrían salvar.
Macri se ha vuelto un ajustador serial, digno de ser ya ser mencionado como uno de los presidentes que más empobreció a las clases medias y bajas en tan corto tiempo. Bajo la excusa del error como algo “natural” en la gestión, Cambiemos avanza desde hace más de un año con medidas políticas fascistas e impuestas con decretos que luego de ser repudiadas por la sociedad en su conjunto son frenadas, como si fueran meros ensayos de prueba y error.
El recorte por decreto al aumento esperado para los jubilados volvió a evidenciar el objetivo real del gobierno. Una política aplicada tras otra desnuda qué sectores son los únicos ganadores en la era Macri. El último golpe se suma al tarifazo en los servicios públicos y esenciales; el blanqueo de capitales, el escándalo de Panamá Papers ocultado con la ayuda de los medios; los aumentos a las dietas de los legisladores; la entrega oficial de Malvinas; la política del olvido contra los derechos humanos, y el absurdo acuerdo del Estado con el Correo Argentino para perdonar la millonaria deuda al grupo Macri.
Difícil encontrarle un sentido de desarrollo nacional a esa larga lista de políticas, pero todo depende para que lado vaya el viento, o los billetes. Los bancos sí celebran la gestión de Cambiemos, ya que en el 2016 lograron sostener sus utilidades gracias a la deuda pública que el gobierno hace crecer descontroladamente. El “Informe sobre Bancos” que publicó esta semana pasada el Banco Central (BCRA) detalla que el sistema bancario local cerró su balance con una ganancia de 74.560 millones de pesos, 24,4% más que en 2015.
Camino contrario transitan las grandes fábricas que ya empezaron a cerrar sus puertas durante el pasado año y con una profundización de nuevos casos alarmantes para este primer trimestre de 2017. La política de apertura de las importaciones de Macri logró que la empresa alemana Mefro Wheels frene su producción para comenzar a ingresar las llantas ya producidas en otros países. Poco importan los 170 trabajadores que ahora quedaron sin empleo, producto de esa decisión comercial.
Informática Fueguina, una reconocida empresa del grupo BGH con instalaciones en Río Grande también dio por finalizadas las actividades de producción en el país. Lo mismo ocurrió con Banghó, que funcionaba en Vicente López, y con los empleados de la planta de producción que Corporate Corp posee en Capital Federal.
En San Luis ya cerraron empresas como Georgalos, Herzo, Metal Mecánica y Cerámica San Lorenzo. Lo mismo sucedió con la fábrica de Puma en Concarán, que bajó sus persianas después de 30 años de actividad por conseguir la misma producción a mitad de precio en instalaciones de Brasil y China.
Incluso el año pasado la fábrica Drean, visitada por Macri para dar muestra de su supuesto compromiso con los trabajadores, suspendió a 1.500 empleados por exceso de mercadería ante la caída de la demanda. Casos similares atravesaron empresas como Fiat y Arcor. Ya en julio pasado, El Cronista daba a conocer la escandalosa cifra de 1.686 empresas registradas ante la AFIP que cerraron o paralizaron sus actividades sólo en los primeros seis meses de gestión PRO, con el sector de la construcción como el más afectado, ya que pasó de 24.600 a 23.900 constructoras formalizadas en 2016.
Los comerciantes y empresarios no ven como una solución próxima modificar los costos de producción para equiparar a otros países en precios finales, sino que los directivos de las empresas que cierran, explican que se ven altamente perjudicados con los costos financieros, impositivos y logísticos actuales, los cuales no serán modificados por incentivo del gobierno, al menos por ahora. La pérdida del poder adquisitivo y la caída abrupta del consumo tampoco ayuda. Muestra de esto es el sector metalúrgico con un récord lamentable de más de 9.000 despidos y 15.000 suspensiones.
Las políticas aplicadas y las consecuencias para los trabajadores dan cuenta de la búsqueda por reducir el consumo al mínimo posible, y así detener la suba de la inflación, una promesa hoy lejos de cumplirse. En ese contexto, para darle un freno político al recorte de las jubilaciones Macri justificó el jueves pasado que “se estaba aplicando mal la ley”, y sinceró que “si me equivoco doy un paso atrás y me corrijo” al desistir del uso del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU). Lo llamativo de su accionar es que, desde su llegada a la Casa Rosada, el presidente nunca se “equivocó” en favor de los más necesitados ni de la clase trabajadora, siempre lo hizo en perjuicio de éstos. El sistema financiero y los grupos empresarios como el de su propia familia son los únicos que gozan de privilegios, mientras que por cadena nacional y actos oficiales se le pide a los ciudadanos que hagan un esfuerzo más por el país, que se acostumbren al dolor del ajuste, una propuesta bastante cínica si se tiene en cuenta los miles de despidos generados y la recesión económica.
A todo esto se le suma el debate en el Congreso por el cual el macrismo busca el aval de los legisladores para avanzar en el DNU que endurece la Ley de Migraciones en un paso histórico por cerrar las fronteras a determinados países de la Patria Grande. El decreto propone restringir el ingreso de extranjeros y expulsar a los residentes con causas penales o contravencionales, con el criterio de una visión sesgada de que los que roban y trafican droga en la Argentina son extranjeros de América Latina.
Totalmente distorsionado a lo propuesto en la última campaña electoral, Cambiemos ya está logrando un cambio: Que los pobres sean aún más pobres y aumenten en cantidad, y que los ricos llenen más sus bolsillos a costa de las mayorías. En la Casa Rosada hay una premisa que se cumple a rajatablas y que ordena que el macrismo jamás podrá gobernar para ningún sector que no sea oligárquico.