Porque una cosa es andar espiando a domésticos, armar “carpetas” y hasta haber sido más que operativa durante el terrorismo de Estado genocida, incluso con acciones en el exterior, pero muy otra es que, en pleno 2017, los espías argentinos se animen a asesinar un juez brasileño. De hombre de confianza en los negocios sucios futboleros de Macri, Arribas habría devenido entonces en un superagente de KAOS, aquella agencia del mal creada por Mel Brooks y combatida por “el 86” y “la 99”, las estrellas de CONTROL.
Por Víctor Ego Ducrot (*) / Por favor que le reciente mención a la serie estadounidense Superagente 86, formidable parodia al espionaje de la Guerra Fría, no vaya indicar desconsideración o desmedro respecto de la gravedad y del peligro latente con la cual nos toca convivir a los argentinos, que, para los asuntos del caso, puede resumirse en lo siguiente: en términos generales, los aparatos de inteligencia y seguridad aun vigentes en nuestro país son y pese a algunos esfuerzos legítimo de reformas, los mismos que, con maquillajes y adaptaciones, funcionaron durante los años de plomo de la dictadura, tablero perverso en el cual viene luciéndose, entre otros, el repetido Jaime Stiuso.
“Y resulta que #Arribas estaba en Brasil cuando se ‘accidentó’ y murió el juez que lo estaba investigando por #Odebrecht Pero no pasa nada”, escribió el martes la dirigente de Nuevo Encuentro Gabriela Cerruti en su cuenta de Twitter.
Y el sitio La Política on Linea (LPO) rápidamente dio cuenta de esa afirmación, con una nota que dice: “La ex legisladora kirchnerista Gabriela Cerruti vinculó a Gustavo Arribas con la muerte del juez de la Corte Suprema de Brasil que tenía a su cargo el caso Odebretch. El juez Teori Zavascki, relator del caso Petrobras en la Corte brasileña, murió el pasado jueves al caer una avioneta en la costa del estado de Rio de Janeiro. En Brasil crece la sospecha en torno a ese accidente puesto que el caso del Lava Jato que tenía el juez en su poder sacude a gran parte de la clase política brasileña. Lo que no había hecho nadie es ligar esa muerte con el Gobierno de Mauricio Macri, que desde hace dos semanas intenta desvincular a Arribas del caso Odebretch. Hasta que tuiteó Cerruti”.
Si algo queda claro tras “leer” las creaciones estilísticas de última generación de los servicios de inteligencia que operan en América del Sur, desde iniciada la década del ’80 hasta nuestros días, es decir post doctrina de seguridad nacional y plena actualidad del modelo “democracia vigilada o controlada”, con alternativas latentes de golpes blandos incluidas, es que el bombardeo de denuncias y contradenuncias, aseveraciones y desmentidos, judicializaciones y debates televisivos interminables conforman un plexo de herramientas de poderosa eficacia para desinformar y para que buenos y malos puedan esconderse entre los pliegues de “los servicios”, como forma de hacer política, práctica que sus actores centrales despliegan en la nocturnidad y la sociedad en su conjunto apenas si tiene la posibilidad de vivir como telespectador de un reality interminable, con más poder para el rating que para las urnas; incluso so a veces alguien tiene que morir. Bienvenidos a la “democracia”.
De todas formas, ya que Gustavo Arribas fue imputado por el fiscal Federico Delgado por el asunto de los pagos sospechosos y aparentemente vinculados a una obra pública de la era pre Macri – dicho sea de paso, a las tecnologías bancarias y registrales de la propiedad inmueble, por lo del inmueble en Brasil, por ejemplo, les sobran recursos para aclarar el asunto – no estaría mal que también se activen los mecanismos locales y brasileños, aunque se “les pudra” a algunos, para saber si tiene mucho, poco, algo o nada de verdad lo deslizado por la dirigente de Nuevo Encuentro en su cuenta de Twitter.
(*) El autor es doctor en Comunicación por la UNLP. Profesor titular de Historia del Siglo XX (Cátedra II) en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP. Periodista y escritor.