Un 70% de las exportaciones fueron de origen agropecuario. Y este año crecerá la tendencia; pero el aporte del sector agropecuario al PBI es del 6,5 por ciento y el de la industria alimentaria del 6,1 por ciento, lo que hace que “la cadena” contribuya apenas con un 12, 6 por ciento. “Tomando desde el año 2010 a 2014, las cadenas agroalimentarias han perdido participación sobre el total de empleo nacional, pasando de una participación del 19% (2010) a 16,8% (2014). Esto se explica no solo por el aumento del empleo total del país en el período sino también por la pérdida del empleo en las cadenas agroalimentarias, equivalente a 190 mil puestos de trabajo, en cuatro años”, según reconocía la propia FADA (Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina), hace un año. “El esquema de ganadores y perdedores del 2016 propone una nueva situación estructural. Los sectores que más trabajo aportaron durante los últimos años empiezan a reducir su peso en la economía, y los grupos tradicionales ligados a ventajas comparativas del sector primario se vuelven los protagonistas. De no revertir el proceso, tendremos una economía primarizada y con eje en la especulación financiera, escasa transformación industrial y consiguientemente mayor desempleo”, afirmó el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), en un informe que firman Julia Strada, Hernán Letcher, Débora Ascencio y Javier Pérez Ibáñez”.
Tras el primer año de gestión de Mauricio Macri se sabe que en 2016 un 70% del total de las exportaciones argentinas provinieron del sector agropecuario a partir de la eliminación de retenciones y la quita de los ROEs, según informe de la consultora privada Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI), y para la cual durante el presente año 2017 el modelo «agrodependiente» seguirá profundizándose.
Para esa consultora, actualmente «los precios (de los commodities agrícolas) son los menos flexibles a la baja; además la demanda persiste y a su vez el comercio de la Argentina, con quienes más crecen en el mundo, se basa en el agro».
En tanto, un dato no menor es que en 2016 las exportaciones argentinas se mantuvieron en niveles similares a las registradas el año anterior con un volumen de divisas enviado al exterior del orden de los 58.500 millones de dólares
Al momento de analizar los mayores compradores se desprende que el Mercosur cayó en relevancia generando en su conjunto apenas el 20% del total de las ventas externas representando una suma de alrededor de 11.525 millones dólares.
En esta línea, la Unión Europea (UE) representó el año pasado un 15% de las exportaciones argentinas con 8.480 millones de dólares; mientras que Asia (China e India principalmente) acaparó un 26% del total con 14.100 millones de dólares.
«Hay un proceso de transición en los mercados mundiales cuando se observa, por ejemplo, cuáles fueron los principales compradores de la Argentina en función de que cuatro de los ocho primeros son asiáticos», remarcó DNI.
De esta manera, en 2016 Brasil fue el mayor comprador de productos argentinos con 8640 millones de dólares, seguido por China (5080 millones), Estados Unidos (4240 millones), Vietnam (2457 millones) e India (2456 millones).
Más atrás se ubicaron Chile (2250 millones), Egipto (2020 millones), Indonesia ( 1580 millones), España (1510 millones), Alemania (1255 millones) y Argelia, Suiza, Uruguay y Canadá (1150 millones), entre otros.
«Se ven incentivos para que el Gobierno nacional estreche durante este año negociaciones y relaciones comerciales con las regiones Asia-Pacífico, Asia del Sur, el Magreb y África del Norte», añaden.
Sobre la disputa comercial entre Estados Unidos y China, la consultora consideró que «la Argentina debería llevar adelante una delicada tarea de equilibrio porque puede tener intereses diversos en ambos mercados»; y «no habrá novedades favorables sobre el Mercosur, a pesar de que la Argentina haya asumido la presidencia dado que se trata de un bloque desgastado que genera pocos incentivos».
Según la FADA, hace un año, las cadenas agroalimentarias produjeron un total de 110 millones de toneladas de granos, entre los que se destaca la producción de soja con 53 millones de toneladas, maíz con 33 millones y trigo con 9 millones de toneladas producidas.
Esta producción equivale a 4 millones de camiones cargados. Si los estacionamos a todos al mismo tiempo, uno detrás de otro, podrían dar la vuelta al mundo dos veces.
A estos cultivos, bases para la producción de alimento, se le suma la producción de carnes que alcanzaron los 5 millones de toneladas, entre la carne vacuna (2,6 millones de tn.), aviar (2 millones de tn.) y porcina (400 mil tn.).
Las 5 millones de toneladas, equivale a que cada argentino pueda consumir sus 110 Kg. per-cápita, y quede disponible para alimentar a 4 millones de personas más.
Entre otras producciones importantes de las cadenas agroalimentarias, podemos destacar la producción de leche, la cual alcanza un total de 11.000 millones de litros, y la producción de una economía regional como es la de vinos, con un total de 1.500 millones de litros producidos.
La producción de leche equivale a que 120 millones de niños ingieran una taza diaria de leche todos los días del año, aunque cabe aclarar que parte importante de esta producción se utiliza para producir una variada gama de productos lácteos.
Por su lado, la producción de vino equivale a que la mitad del país pueda tomar una copa del mismo, todos los días del año.
Por otro lado, la producción de biocombustibles alcanzó un total de 3.900 millones de litros, distribuidos en un 34% de bioetanol (caña de azúcar y maíz) y 66% biodiesel (soja).
Estos, son equivalentes al combustible necesario para poder recorrer 9 millones de veces la Ruta 40.
Medido a precios constantes de 2004, las cadenas agroalimentarias aportaron para 2014, el 12,6% del total del PIB. Esto se divide casi equitativamente entre el sector agropecuario y el de la industria alimenticia, siendo 6,5% el aporte del primero y 6,1% el del segundo.
Esta participación que alcanza el 12,6%, refleja que 1 de cada 8 pesos del Producto Bruto Interno es generado por las cadenas agroalimentarias.
Para 2014, las cadenas generaron 2,7 millones de puestos de trabajo, tanto directos como indirectos, lo que refleja que 1 de cada 6 puestos de trabajo se genera en las cadenas agroalimentarias. Del total de puestos generados, el 36% proviene de economías regionales, seguidas por las cadenas cárnicas y lácteas (32%), las cadenas granarias (30%) y la maquinaria agrícola (1,7%).
Tomando desde el año 2010 a 2014, las cadenas agroalimentarias han perdido participación sobre el total de empleo nacional, pasando de una participación del 19% (2010) a 16,8% (2014). Esto se explica no solo por el aumento del empleo total del país en el período sino también por la pérdida del empleo en las cadenas agroalimentarias, equivalente a 190 mil puestos de trabajo, en cuatro años.
Para el año 2014, las cadenas agroalimentarias aportaron $152.198 millones, de los cuales $86.068 millones fueron aportados por la industria alimentaria y $66.130 millones por el sector agropecuario primario. El mayor aporte es realizado en concepto de Derechos de Exportación (43%), Impuesto a las Ganancias (20%), IVA (17%), Contribuciones a la Seguridad Social (16%) y Créditos y Débitos Bancarios y Ganancia Mínima Presunta (4%).
Esto que implica una presión tributaria del32,3% sobre el valor agregado, para el promedio de la economía la presión tributaria es de 26,98%en función de los impuestos seleccionados. Este aporte tributario representa el 12,8% del total de la recaudación tributaria nacional (AFIP), 1 de cada 8 pesos recaudados provienen de las cadenas agroalimentarias.
Las exportaciones agroindustriales aportan 1,20 de cada 2 dólares en concepto de ingreso de divisas por exportación, lo que refleja la importancia que tienen las cadenas agroalimentarias en la generación de divisas. Los dos complejos exportadores que le siguen en importancia, el automotor y el petroquímico, son deficitarios en términos de exportaciones netas.
Para el año 2014, las cadenas exportaron USD 43.130 millones, el 60% del total de divisas, de los cuáles USD 14.977 millones corresponden a productos primarios, mientras que USD 28.153 millones fueron Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA).
Los principales destinos de las exportaciones para 2014, fueron para los bienes primarios, China (23,3%), la Unión Europea (15,9%), seguidos por MAGREB y Egipto (11,6%). Para el caso de las MOA, los principales destinos fueron: Unión Europea (21,5%) y ASEAN (15,3%).
El pasado 7 de enero, el diario Página 12 consignaba lo siguiente:
“La política ortodoxa del macrismo generó ganadores y perdedores muy concretos en 2016. Un documento del CEPA al que accedió este diario analizó en detalle cuáles fueron las actividades que más ganaron y las que más perdieron a lo largo de ese año. El complejo agropecuario, los bancos, las eléctricas y las mineras fueron los cuatro sectores que incrementaron la rentabilidad. No lo hicieron por el aumento en las cantidades vendidas sino por la reducción de los “costos” laborales. La suba de las ganancias de estos sectores, pese al discurso oficial, no se derramó hacia el resto de la sociedad. Las empresas no contrataron nuevo personal y despidieron parte de la plantilla. Los trabajadores que conservaron el empleo recibieron en promedio subas salariales del 30 por ciento, cuando la inflación superó el 40 por ciento. En tanto, la industria manufacturera y la construcción, ramas que explican la tercera parte del empleo, fueron las dos actividades más desfavorecidas el último año”.
“El esquema de ganadores y perdedores del 2016 propone una nueva situación estructural. Los sectores que más trabajo aportaron durante los últimos años empiezan a reducir su peso en la economía, y los grupos tradicionales ligados a ventajas comparativas del sector primario se vuelven los protagonistas. De no revertir el proceso, tendremos una economía primarizada y con eje en la especulación financiera, escasa transformación industrial y consiguientemente mayor desempleo”, afirmó el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), en un informe que firman Julia Strada, Hernán Letcher, Débora Ascencio y Javier Pérez Ibáñez”.
La actividad primaria (agricultura, ganadería, caza y silvicultura), según el informe, explicaba el 5,7 por ciento del valor agregado bruto en 2015, mientras que en 2016 la cifra ascendió al 7,6 por ciento, es decir un aumento en la participación de 1,9 puntos porcentuales. Los datos computaron los cambios entre el primero y tercer trimestre de 2015 respecto de igual período de 2016 (aun no se publicaron estadísticas del cuarto trimestre). “Esto confirma que el campo fue el que consiguió ganar mayor participación en la economía en el primer año de gestión de Mauricio Macri”, indica el informe. Los bancos pasaron de explicar del 4,1 al 4,5 por ciento del PBI, un alza de 0,4 puntos porcentuales, al tiempo que las eléctricas lo hicieron del 1,4 al 1,6 (+0,2 puntos porcentuales) y las mineras del 4,0 al 4,1 (+0,1).
“Los sectores que consiguieron ganar participación en la economía, medido a través del valor agregado bruto, lo hicieron principalmente por la traslación de ingresos a través del efecto precio. Esto se debe a que la devaluación de diciembre de 2015 logró modificar los precios relativos entre los diferentes sectores de actividad, para generar un nuevo esquema de ramas beneficiadas y desfavorecidas. La liberalización cambiaria y la suba de la tasa de interés significaron además un impacto positivo para el sector financiero”, dijeron. Precisaron que la producción primaria, por ejemplo, cayó 6,2 por ciento medida por cantidades, pero lo sobre compensó con un aumento del 87,1 por ciento de los precios.
El documento del CEPA, que se titula “El nuevo fracaso de la teoría del derrame. Un análisis de las ramas ganadoras y perdedoras de la etapa 2015-2016”, presenta datos ilustrativos para entender las tensiones del mercado laboral el año pasado. El campo, los bancos, las eléctricas y las mineras, pese a que fueron los rubros más favorecidos en términos de rentabilidad, no promocionaron el ingreso de nuevo personal sino que entre las cuatro ramas se registraron 5483 casos de despidos entre diciembre de 2015 y septiembre pasado. Los salarios para el promedio de estas cuatro actividades avanzaron al 30,4 por ciento, unos 10 puntos menos que los precios del mercado interno, explicando una fuerte caída en la capacidad de compra de los trabajadores del sector. En detalle, se precisó que en agricultura, ganadería, caza y silvicultura los ajustes salariales fueron del 33,2 por ciento, en intermediación financiera, del 34,5 por ciento, en energéticas, del 31,9 y en minería, del 21,1.
“Las ramas ganadoras de programa ortodoxo del Gobierno se quedaron con parte de los ingresos que anteriormente recibían otras actividades (construcción e industria manufacturera, en particular). A la vez se apropiaron sensiblemente de los ingresos de los trabajadores en un contexto de retracción de productiva”, advirtieron. Agregaron que “la expansión de las actividades beneficiadas por el macrismo no ha redundado en un beneficio para el conjunto de la sociedad , sino que ha significado estrictamente un aumento de la renta extraordinaria apropiada por los grupos tradicionales de poder económico”.
Una de las ramas que más perdió el último año fue la industria manufacturera. El peso de este sector en la economía, según el informe del CEPA, bajó del 17,4 a 16,4 por ciento, es decir una reducción de 0,9 puntos porcentuales. En la construcción se observó un efecto similar, al bajar del 5,7 al 4,8 por ciento, o sea una pérdida de participación de 0,9 puntos porcentuales. Los puestos de trabajo en estas dos actividades, que explican casi el 30 por ciento del empleo total de la economía, se vieron afectados fuertemente por la contracción de los negocios. En la industria manufacturera se anotaron 21.766 despidos, mientras que en la construcción la cifra ascendió a 45.338 casos. Los salarios en la industria marcaron un avance del 31,9 por ciento, en tanto que en la edificación lo hicieron al 29,0 por ciento, en ambos casos por debajo de la suba de la inflación que se ubicó arriba del 40 por ciento.
En el documento de CEPA plantearon que uno de los factores que explica el flojo desempeño de la construcción en 2016 es “la paralización de la obra pública”. En lo que refiere a las firmas dedicadas a la producción de manufacturas, la mayoría fabrica para abastecer el mercado interno, donde hubo una fuerte caída de la demanda, por la pérdida de capacidad de compra de sectores que reciben ingresos fijos. El informe precisa que las subas de salarios para el promedio de la economía se ubicaron en 31,7 por ciento, contra precios que subieron al 42 por ciento tomando el índice de precios implícitos del PIB. La pérdida de poder adquisitivo en los últimos meses se acompañó de una pronunciada redistribución regresiva de ingresos.