En algo coinciden la gestión anterior y la actual: la búsqueda del financiamiento chino para obras de infraestructura. El ministro del Interior, Obras Públicas y Vivienda, Rogelio Frigerio cerró este fin de semana su visita a China, en donde buscó financiamiento para grandes obras. Contando los principales proyectos, sobre la mesa hay por lo menos US$ 10.000 millones.
Por Guillermo Santa Cruz (*) / China se convirtió en el principal socio financiero de la Argentina. En palabras de nuestro Embajador en Beijing, Diego Guelar, en el primer semestre se acordó y confirmó financiamiento por US$ 25.000 millones. Entre los proyectos destacados se encuentran centrales hidroeléctricas, compra de material rodante, gasoductos, acueductos, obras viales y proyectos de energía fotovoltaica.
No sorprende que ambas gestiones – la del kirchnerismo y la de Mauricio Macri – recurran a China a la hora de pensar en estas obras. Por un lado, nuestro país tiene un grave déficit en infraestructura y no tiene el capital necesario para revertirlo. Por otro lado, China tiene la voluntad de convertirse en un referente mundial en lo relacionado a la infraestructura energética y logística, y brinda financiamiento a largo plazo. Dada la urgencia que tiene nuestro país y la falta de recursos, sería descabellado no aprovechar esta oportunidad.
La participación china no está exenta de críticas. Por ejemplo, está la postura de que se pudo, y que se podría en los nuevos acuerdos, negociar más fuerte en lo relacionado a la transferencia de tecnología y al aprovisionamiento local. También se llama la atención sobre la adjudicación directa de las obras, lo cual eleva sospechas de sobreprecios. Por lo tanto, debemos exigir mayor transparencia en la negociación, mayor debate público e información en tiempo y forma para evitar cualquier malentendido.
La gestión anterior y la actual también coinciden en otra cosa: cuando se refieren a las obras chinas, en general se usa indistintamente las palabras inversión y financiamiento, cuando en realidad son dos cosas distintas.
El financiamiento viene con la promesa de devolución del capital, mientras que en una inversión el agente económico toma el riesgo de que el negocio vaya bien o mal. En la mayoría de los casos en nuestro país cuando se habla de inversión china, en realidad la inversión la realiza el Estado nacional o provincial, que le compra el servicio a un proveedor chino.
Se puede debatir sobre el tamaño o rol que debe cumplir el Estado, pero también se puede coincidir en algo básico: el Estado tiene recursos limitados. El verdadero boom productivo comienza cuando el sector privado es el que realiza la inversión, y toma el riesgo con sus miles de decisiones descentralizadas. Los países en vías de desarrollo, como la Argentina, necesitan de capital extranjero para suplir la falta de capital propio.
China es hoy el país que está liderando el incremento de la inversión extranjera en el mundo. Así como sería una locura no aprovechar su financiamiento, también lo es no aprovechar la voluntad de sus empresas de expandirse. Por lo tanto, el próximo paso en nuestra relación con China tendría que ser afianzarnos como destino de inversión, no solo de financiamiento.
¿Cómo ven los chinos a la Argentina como destino de inversión? A puertas cerradas y en confianza siguen diciendo lo mismo: Argentina es un país con mucho potencial, pero el nivel de conflictividad es muy alto y es un país imprevisible.
Aparecer en el mapa de los empresarios chinos que hoy están saliendo a instalarse en el exterior va a requerir una evaluación de qué queremos y qué podemos lograr como país. En esta nueva etapa, el trabajo mancomunado de todos los sectores de nuestra sociedad será más importante que nunca. El costo de no hacerlo será continuar siendo un país con mucho potencial, pero con muy pocos éxitos reales para presumir.
(*) Argentino. Licenciado en Economía por la Escuela de Negocios Internacionales, de la Universidad de Lenguas y Cultura de Beijing. Especialista en relaciones sino argentinas.