En Argentina se registran 700 mil nacimientos por año. El 16% proviene de madres adolescentes de entre 15 y 19 años (en algunas provincias equivale al 25%) y más de 3.000 son de niñas de 10 a 13 años. El 69% de esas mujeres adolescentes no planearon ese embarazo.
Los datos pertenecen a la ONU y otros organismos especializados. El embarazo adolescente es el que ocurre en chicas que tienen menos de 19 años y sus bebés representan el 15,40 por ciento del total de los recién nacidos en toda la Argentina. Las estadísticas oficiales indican que al año casi 115 mil adolescentes se convierten en mamá es decir una cada 5 minutos.
Las provincias más empobrecidas y con los menores niveles socio-culturales son las que tienen la más alta incidencia. Según datos del Ministerio de Salud, ya en 2008 a la cabeza se ubica Chaco con el 24,07% y seguían Misiones con 22,04%; Formosa con 21,47% y Santiago del Estero con 20,07%. En la Ciudad de Buenos Aires, la tasa de nacimientos de hijos de mamás menores de 19 años llegaba a la mitad de la media nacional: 7,08%.
En el Gran Buenos Aires al 13,16%. La mayoría de estas mamás tienen entre 15 y 19 años. Y, en general, los embarazos en las niñas de entre 10 y 14 años se deben a hechos de violencia dentro de la propia familia.
Entre las consecuencias de los embarazos no deseados se encuentran: alto riesgo de mortalidad materna; mayores posibilidades de partos prematuros; bajo peso al nacer; dificultades para que las mamás sigan estudiando y tengan un proyecto de vida.
“Ello dibuja un patrón que venimos advirtiendo y nos preocupa porque se trata de niñas que llegan a los servicios de salud con embarazos muy avanzados o casi a término y recién ahí familias, escuelas, efectores de salud y comunidad próxima a las niñas parecen tomar conocimiento de lo que a ellas les ocurre”, advirtió Milena Páramo Bernal, coordinadora de Cladem-Argentina, acerca de los preocupantes estadísticas sobre embarazos en niñas, conforme consigna este viernes Página 12.
La mayoría de esos embarazos son producto de abusos sexuales perpetrados por varones de su propia familia o de su círculo más próximo. “Esos abusos no son denunciados sea por desconocimiento o porque hay silencio cómplice; producto de la violencia sexual las niñas transitan embarazos que en todo sentido las exceden”, agregó la activista.
En el país hay protocolos de atención en casos de violencia sexual “que deben implementarse”, reclamó Páramo Bernal. Son causales de aborto no punible tanto la violencia sexual como el riesgo de vida de la madre, que convergen en la mayoría de estos casos. “El embarazo infantil es una forma de tortura y como sociedad debemos avanzar en medidas para prevenir, erradicar y sancionar esta forma de violencia”.