Así como ocurría en la década del noventa, cuando se responsabilizaba a los inmigrantes de países limítrofes de la desocupación, la delincuencia y la crisis en la salud o la educación, hoy el macrismo apunta al mismo “chivo expiatorio” para ocultar el saqueo con cada una de sus medidas neoliberales.
Por Fernando M. López / La xenofobia del presidente Mauricio Macri, el senador nacional Miguel Ángel Pichetto y el periodista Jorge Lanata –por nombrar sólo los casos de mayor visibilidad– tiene mucho de racismo, pero fundamentalmente de clase: odio de clase.
Los Macri, Pichetto o Lanata no odian al tipo de extranjero que atropella la soberanía nacional, se apropia ilegalmente de tierras, saquea los recursos naturales y explota mano de obra nativa e inmigrante. No, a ese extranjero lo benefician con la modificación por decreto de la Ley de tierras, quita de retenciones, blanqueo y fuga de capitales, entre muchos otros privilegios.
Son las mismas facilidades de las que goza el magnate inglés amigo del presidente, Joe Lewis, que puede seguir encerrando un lago de 7,13 kilómetros cuadrados de superficie y 94 metros de profundidad (el lago Escondido, en la provincia de Pichetto, donde Macri pasó la última Semana Santa), como si fuese algo privado. Al otro, al laburante, al estudiante, al paciente de un hospital, se lo persigue, criminaliza y discrimina, se le quitan derechos.
Organizaciones como el Frente Patria Migrante y la Red Nacional de Migrantes y Refugiados en Argentina, junto a movimientos sociales, gremios, partidos políticos y organismos de derechos humanos, se movilizaron ayer hasta el Congreso en defensa de la Ley de Migraciones 25.871 y en rechazo de la creación de un centro de detención para extranjeros, anunciado meses atrás por el Gobierno de Cambiemos.
“Como hicieron con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, pretenden cambiar por decreto la reglamentación de la Ley Nacional de Migraciones, con prestigio internacional por reconocer a la migración como un derecho humano, para dificultar el acceso al país y facilitar las expulsiones, lo que en la práctica significa regresar al enfoque policial y represivo de la anterior Ley Videla, implementada durante la última dictadura cívico-militar”, advirtieron en la marcha.
Lourdes Rivadeneyra, coordinadora de la Red Nacional de Migrantes y Refugiados, dijo a Contexto que “Macri está tirando para atrás todo lo que hemos podido avanzar en estos últimos años, incluso el criterio de razones humanitarias que se usaba mucho para personas del extra Mercosur”.
“Tenemos compañeras dominicanas, haitianas y senegalesas que están en una situación bastante compleja y es lamentable porque muchas son víctimas de trata sin poder regularizar su situación migratoria”, denunció Rivadeneyra, y recordó que “la Ley 25.871, en su artículo 17, establece que el Estado tiene que ver las formas para que toda la comunidad migrante pueda estar radicada o iniciar los trámites de radicación”.
Mientras el macrismo apunta a endurecer su política migratoria, Pichetto hace caso omiso a las denuncias en su contra por discriminación, sigue destilando en los medios todo su odio contra la “resaca” peruana o boliviana, y anuncia proyectos de ley para expulsar extranjeros. A este tipo de iniciativas también se suman otros legisladores xenófobos como Sergio Massa, líder del Frente Renovador, quien, a tono con las deportaciones masivas que prepara Donald Trump al norte del Río Bravo, sostiene que “el extranjero que comete un delito tiene que ser expulsado después del cumplimiento de su condena”, y llama a “controles estrictos”, porque, “si la frontera es un colador, la droga en los barrios avanza”.
Al mismo tiempo que se abandonan programas nacionales en favor de los migrantes, periodistas como Lanata apuntan contra los extranjeros de países hermanos que vienen a estudiar a Universidades públicas o se atienden en hospitales argentinos.
“Volvemos a ser el chivo expiatorio. Acá hay políticas hambreadoras, pero nos atribuyen la culpa de todos los males a nosotros. Usan a la comunidad migrante para encontrar un enemigo, con informes mediáticos que son mentirosos, tendenciosos y que ni siquiera van a la fuente, como puede ser la OIM (Organización Internacional para las Migraciones)”, sostuvo Rivadeneyra, y explicó que luego “el migrante vive la violencia día a día en el barrio, en el trabajo, cuando va a un hospital y no lo quieren atender”.
“El ‘por qué no te volvés a tu país’ está otra vez en la boca de muchos y es realmente terrible”, lamentó. Así como ocurría en la década del noventa, cuando el menemismo responsabilizaba a los inmigrantes de países limítrofes de la desocupación, la delincuencia y la crisis en la salud o la educación, hoy el macrismo pone el foco en el mismo lugar para enfrentar a las propias clases populares y ocultar a los verdaderos saqueadores: CEO y grupos concentradores que reciben enormes transferencias de recursos a costa de lo que se les roba con cada medida neoliberal a los trabajadores y sectores más vulnerables de la sociedad.
Distintas sedes diplomáticas en Argentina ya plantearon su preocupación por este retroceso y el tema también llegó hasta el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, donde el Gobierno de Macri deberá dar varias explicaciones, entre ellas la detención ilegal de Milagro Sala en Jujuy, a pesar del fuerte reclamo internacional por su libración inmediata. En Ginebra ya se encuentra el secretario de Derechos Humanos, Carlos Avruj, uno de los funcionarios que respaldó las expresiones xenófobas de Pichetto.
(*) Periodista e inmigrante. Nota publicada en Diario Contexto