¿Una crisis? Según este desenlace, EE.UU. entra en una crisis constitucional. Los resultados de las elecciones son más ajustados de lo que nadie hubiera podido imaginar. Quizás Trump gana en Nuevo Hampshire y otros estados decisivos, llegando a un empate del voto electoral. Puede ser que el escrutinio de Florida muestre un margen tan estrecho como en las elecciones entre Al Gore y George Bush de 2000, provocando un recuento de votos. El columnista del diario inglés The Guardian Tom McCarthy ha presentado cinco posibles escenarios de las elecciones de EE.UU., que este 8 de noviembre determinarán quién será el presidente del país durante los próximos cuatro años.
Estos son los cinco posibles desenlaces de las elecciones de EE.UU., según McCarthy:
Clinton aplasta a Trump. En este escenario el candidato republicano, Donald Trump, no solo pierde grandes estados decisivos como Florida, Carolina del Norte y Ohio, sino también Iowa, Colorado e incluso estados donde los republicanos nunca han perdido en los tiempos modernos.
Los votantes afroamericanos de Georgia acuden en masa a las urnas y los hispanos hacen lo mismo en Arizona. En Texas, los inmigrantes mexicanos de segunda y tercera generación junto con los votantes blancos con estudios, incluyendo algunos republicanos moderados, garantizan la victoria de la candidata demócrata, Hillary Clinton. Un día después de las elecciones, los líderes republicanos reconocen que la nominación de Trump fue un error histórico.
Tablero y canasta de Trump. Según esta situación hipotética, Trump logra los 270 votos de los colegios electorales necesarios para llegar a la Casa Blanca, con una victoria sorprendente en los estados del norte del Medio Oeste. En este caso les debe su vida electoral a los votantes blancos, en particular los de las regiones rurales.
Trump tiene suerte: contra todos los pronósticos y todas las encuestas, gana en el estado de Wisconsin, cuya población es más homogénea y blanca en comparación con los estados vecinos, donde Hillary Clinton no ha logrado inspirar a los votantes afroamericanos.
Victoria de Clinton en el último segundo. En esta opción, la presión arterial de los demócratas sube a 220/140 hasta que Florida informa de la victoria de Clinton a las 3 de la madrugada, dándole 29 votos electorales y las llaves de la Casa Blanca.
Clinton logra victorias anticipadas durante la noche, sus votantes tradicionales -mujeres, votantes no blancos y votantes blancos con estudios- votan por ella, y no hay ninguna razón por la que no deba ganar. Sin embargo, los demócratas empiezan a recibir señales alarmantes. Los votantes independientes del estado de Nuevo Hampshire concluyen que no quieren ver a la dinastía de los Clinton en la política estadounidense y dan cuatro votos electorales a Trump, y Carolina del Norte y Colorado les imitan.
Como resultado, Clinton se estanca en 266 votos electorales, y Trump logra 243 votos. Todos los ojos están puestos sobre Florida. Los votantes no blancos no van a las urnas como deberían, mientras que la participación de los votantes blancos en las comunidades de jubilados es altísima. Solo los resultados del condado de Broward aseguran un triunfo final de la candidata demócrata.
Una crisis Según este desenlace, EE.UU. entra en una crisis constitucional. Los resultados de las elecciones son más ajustados de lo que nadie hubiera podido imaginar. Quizás Trump gana en Nuevo Hampshire y otros estados decisivos, llegando a un empate del voto electoral. Puede ser que el escrutinio de Florida muestre un margen tan estrecho como en las elecciones entre Al Gore y George Bush de 2000, provocando un recuento de votos.
Según la Constitución estadounidense, en este caso el Congreso debe intervenir para resolver el empate, pero no existe ningún precedente histórico. Uno de los electores, que se unen en diciembre para elegir técnicamente al presidente, también puede resolver el problema cambiando su voto y actuando en contra de la voluntad de los votantes. Pero en este caso el Congreso tiene que contar los votos de los electores en enero.
EE.UU. “vuelve a ser grande”. En este escenario millones de votantes estadounidenses simplemente votan por Trump. Al fin y al cabo, «no iba en serio cuando dijo que deportaría a millones de residentes estadounidenses, ni cuando afirmó que todos los mexicanos son unos criminales y unos violadores o cuando aseguró que Hillary debería ser encarcelada, ¿verdad?», se pregunta McCarthy.
La gran noche de Trump empieza en Nuevo Hampshire, continua en Virginia y Carolina del Norte, pasa por Iowa y Ohio y llega a Florida. Nadie puede creer en la victoria de Trump en Pensilvania, pero resulta que en la ciudad de Filadelfia los votantes negros se han quedado en casa. El republicano gana en Colorado; puede ser que pierda en Nevada y en la parte alta del Medio Oeste, pero a nadie le importa, porque ya tiene más de 300 votos.