Raimundo Ongaro había nacido 1924. En 1968, durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, fundó la CGT de los Argentinos, de la que fue secretario general y partir de la cual con otros líderes y militantes se enfrentó a la burocracia sindical y al vandorismo.
Apoyo el Cordobazo, entre el 28 y el 30 de mayo de 1969. Fue encarcelado por el gobierno militar al igual que Agustín Tosco y Elpidio Torres, las principales figuras de aquellas luchas. Estaría preso varios años, y a su salida organizaría el movimiento llamado Peronismo de Base.
El 15 y 16 de septiembre de 1974, crea desde el Ingenio Bella Vista de Tucumán junto a dirigentes de esa época -Gonzalo Negro Chávez, Agustín Tosco, Atilio Santillán, Jorge Fernando Di Pascuale, Roberto Gringo Lopresti, Alberto Piccinini, Omar Turco Cherri, Francisco Barba Gutiérrez entre otros-, la Coordinadora de Gremios, Comisiones Internas y Fábricas en Conflicto, que desarrollaba huelgas en la FOTIA, Saiar, Matarazzo, Luz y Fuerza de Córdoba, Acindar, Propulsora Siderúrgica, Gatic y otras. Esa reunión fue la última de la CGT de los Argentinos. La vehemente oposición a la línea derecha del peronismo, representada por José López Rega, llevarían a Raimundo Ongaro de nuevo a la cárcel en 1975; estando detenido a disposición del Poder Ejecutivo conforme al estado de sitio recibió la noticia de que uno de sus hijos, Alfredo Máximo, había sido asesinado por la Triple A. Permaneció en exilio, donde permaneció hasta la restauración de la democracia.
Recordó una vez: “Fue el 7 de mayo de 1975, mientras me encontraba una vez más a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Que sería el último de mis arrestos. Entonces se iba a producir un hecho muy desgraciado para mi familia, aunque yo no lo iba a conocer ese día. El 8 de mayo, la jornada siguiente, incomunicado en un calabozo de Villa Devoto, solo y aislado en una celda de un metro con cuarenta por dos con treinta, en un camastro, estaba escuchando el informativo de Radio Colonia, en la voz del periodista Ariel Delgado. Faltaban cinco minutos para las 14, hora en que terminaba y me disponía a apagar la radio pensando -“bueno, esto es lo de todos los días”-, cuando escuché que mi hijo, Alfredo Máximo, había sido asesinado a balazos y su cuerpo encontrado en un lugar del Gran Buenos Aires. Allí replanteé rápidamente, fueron unos segundos, mi decisión de quedarme en una cárcel, de no salir del país con mi familia. Aquel día comprendí que estar en la cárcel no servía para nada, si uno no podía utilizar la palabra, la comunicación con la gente, estar presente en una huelga, en una manifestación, en una asamblea, en un plenario o junto a los compañeros o los hermanos que estaban en una olla popular. Es otro mito, me dije, eso de creer que estar en la cárcel sirve para algo, porque yo no puedo defender a mi hijo; porque si hubiera estado en libertad, me hubieran matado a mí, y no a él”.
, por lo que la palabra “cambio” no tiene sentido. ¿Qué cambiarías del peronismo como idea? Lo que sí tiene sentido es la palabra “renovación”, el peronismo siempre necesita renovarse, renovar sus liderazgos. Siempre hay alguna novedad dando vueltas pero el núcleo duro, ese núcleo doctrinario, no cambia.