En Turquía entró en vigor el estado de excepción por tres meses declarado por el presidente Recep Tayyip Erdogan, tras el reciente intento de golpe de Estado. Así los confirma la Gaceta Oficial que publicó este jueves la medida.
El objetivo de esta declaratoria es “dar de forma más eficaz los pasos necesarios para eliminar la amenaza a la democracia, el estado de derecho y a las libertades fundamentales de los ciudadanos turcos”, explicó la víspera Erdogan después de reunirse con el Consejo Nacional de Seguridad y el gabinete de ministros.
El mandatario afirmó que la medida, contemplada en la constitución de ese país euroasiático, busca “encargarse de forma más rápida de todos los elementos de la organización terrorista”, en referencia a las personas que tienen supuestos vínculos con el clérigo Fetullah Gulen.
El Ejecutivo inculpa a Gulen de la fallida asonada del pasado fin de semana, aunque el imán turco rechazó categóricamente dichas acusaciones.
Las fuerzas de seguridad ya han detenido a más de nueve mil personas, en su mayoría militares, y más de 50 mil han sido destituidas por su presunta relación con la intentona golpista y con Gulen, según medios periodísticos.
El viceprimer ministro turco, Numan Kurtulmus, aseguró que la declaración formal del estado de excepción conlleva también la suspensión temporal de la Convención Europea de Derechos Humanos.
Observadores consideran que el estado de emergencia permitirá al mandatario y al gobierno turco sortear el filtro parlamentario para la elaboración de leyes y limitar o suspender derechos y libertades.
El Consejo Supremo de Radio y Televisión de Turquía ya canceló las licencias de 24 medios de comunicación, acusados de respaldar el golpe de Estado.
Jorge Kreyness, analista internacional y dirigente del Partido Comunista Argentino, sostuvo en diálogo con la cadena Telesur que “el gobierno de Erdogan nunca tuvo características democráticas, siempre fue muy autoritario, y en esta situación de emergencia expresa desesperación ante una crisis verdaderamente seria”.
“Se ha desatado una lucha denodada por el poder. Así como unos sectores quisieron derrocar a Erdogan, la respuesta de este es muy fuerte. Son tensiones difíciles de suturar en un breve plazo y habrá una grave inestabilidad política”, consideró Kreyness, quien además se refirió a la relaciones de Turquía con Estados Unidos, así como con Rusia, Siria e Irán.