La salida ya afectó la economía británica con una caída histórica de su moneda ante el dólar, lo cual, de acuerdo a los políticos que hicieron campaña a favor de abandonar el bloque europeo dijeron beneficiará las exportaciones del país y, por consecuencia la economía.
Esto, sin embargo, no es tan claramente predecible, ya que las consecuencias reales tomarán años en verse, de acuerdo a expertos. La inmigración también se verá afectada, según se prevé. No obstante, este referendo es una elección general y los resultados de las diferentes áreas no cuentan sino el número total de votos emitidos.
Esta es la primera vez que un país miembro de la UE abandona esta unión política y económica, por lo que los mecanismos para ejecutar la medida por el momento no son muy claras ni definidas. Tras este referendo se esconden antiguas y nuevas tensiones: el recelo por la burocracia de Bruselas, el control de la inmigración, la defensa de la soberanía nacional, el orgullo por un carácter británico insular y diferenciado del resto de Europa y los retos de seguridad.
Los siguientes pasos
El referendo y su resultado no tienen carácter jurídico de obligatoriedad, es decir, que teóricamente puede ser bloqueado o revocado. Es decir, el voto en sí no representa una notificación formal ante la UE sobre el abandono del bloque. Sin embargo, el aviso protocolario se podrá dar en los siguientes días.
Vox explicó que el Artículo 50 del Tratado de la Unión Europea establece los procedimientos mediante los cuales un Estado miembro se puede retirar del bloque. Obliga a la Unión Europea a negociar la salida con el estado que ha tomado la decisión.
Por ejemplo, los líderes de la Unión Europea tienen programada una cumbre los días 28 y 29 de este mes, aunque en sí, los dirigentes del gobierno británico pueden demorar meses en dar formal aviso. Pero una vez que el Reino Unido invoca el Artículo 50, contará con dos años para negociar un nuevo tratado que sustituya los términos que por ahora rigen su membresía ante la UE.
Primero, los líderes británicos y europeos tendrán que llegar a acuerdos sobre temas como comercio, impuestos, aranceles, migración, y regulaciones de todos los productos que se intercambian desde automotrices hasta agrícolas.
En el mejor de los casos, Gran Bretaña podrá negociar accesos al mercado europeo que no difieran mucho de los que actualmente existen. Un ejemplo es Noruega, que no es miembro, pero sigue un sinnúmero de reglamentos de la Unión Europea a cambio de accesos favorables al Mercado Común Europea.