El golpista brasileño Michel Temer no se demoró en anunciar duras medidas de ajuste. A horas de haber asumido como presidente interino, tras el desplazamiento de Dilma Rousseff, desde su gobierno adelantaron recortes de empleos públicos.
“La meta inicial que nos propusimos es de 4.000 empleos, pero si nos damos cuenta después de que podemos aumentar el número, seguiremos haciéndolo”, detalló el flamante ministro de Planificación, Romero Jucá.
La política de despidos de Temer es calcada a la de Mauricio Macri, quien no dudó en avalar el golpe en Brasil apenas fue consumado. El presidente argentino inició su gobierno con una ola de despidos que en cinco meses ya golpeó a más de 140 mil trabajadores, tanto en el sector público como en el privado.
Más aún, los ministros de Temer ya empiezan a utilizar las mismas palabras de sus pares argentinos para justificar el ajuste.
“La sociedad brasileña es lo suficientemente madura para decirle la verdad, actuar en consecuencia y hacer lo que sea necesario”, dijo el ministro de Economía, Henrique Meirelles, al explicar que “nuestra absoluta prioridad es el equilibrio fiscal, y si para ello es necesario subir los impuestos, lo haremos”.
Meirelles también añadió que “es imprescindible” una “reforma” del sistema de pensiones: “Más allá de lo que uno quiera cobrar en su jubilación, lo que quiere saber seguro es que el sistema va a seguir funcionando”.