Viven con la angustia de que alguna de estas madrugadas, la infantería, a fuerza de topadoras y palazos, los desaloje de las casas que construyeron con sus propias manos. Son unas 30 familias de Villa Alba que hace más de 6 años viven en la pequeña manzana que va desde 92 a 93 y 121 a 121bis.
“Estamos acá hace más de seis años. Somos 30 familias, con chicos, hay un montón de chicos. Todos trabajamos. Nosotros mismos levantamos este terreno que era un pozo y un yuyal”, cuenta Andrés, uno de los vecinos a los que el pasado 26 de enero les llegó la orden de desalojo. Desde entonces viven con la angustia y la incertidumbre de no saber en qué momento las fuerzas de seguridad los echan de sus propias casas, informó Dario Contexto.
Andrés Vázquez fue boxeador porque viene de una familia de boxeadores, su tío peleó con Narváez en el sur, su padre y su hermana son boxeadores. Vazquez llegó a pelear profesionalmente y contra campeones del mundo. Hoy, la váda le presenta una nueva pelea, que está dispuesta a dar. Por eso junto a un grupo de vecinos presentaron en diciembre pasado un pedido de expropiación del terreno.
El proyecto de ley para la expropiación del terreno lleva la firma de la diputada Alicia Sánchez y fue presentado el 3 de diciembre último. La orden de desalojo fue emitida por el juzgado de garantía N° 4 a cargo del Dr. Juan Pablo Massi. Los denunciantes son la familia Hamame, nietos del dueño original y que recién ahora, después de años de abandono, reclaman la propiedad.
“Yo los veo a los chicos, se levantan a las 6 de la mañana, se van a trabajar y vuelven a las 7 de la tarde, es gente de trabajo”, relata Luisina, dolidos por la situación que les toca vivir a sus vecinos. Y agrega que “esto era un yuyal, nunca vino nadie. Una vez, cuando mi hijo tenía 8 o 9 años vino el dueño puso dos palitos y se fue, hoy mi hijo tiene 30”. Luisina vive en frente del predio ubicado de 92 a 93 y de 121 a 121 bis hace más de 40 años. Durante más de una década el terreno estuvo completamente abandonado. A principios de 2011 un grupo de familias decidió tomar la pequeña parcela y construir ahí sus hogares. Levantaron el terreno con mucho esfuerzo y con el trabajo diario hasta establecer un barrio con casas de material y hasta un medidor de luz.
Lo cierto es que el predio estuvo por varias generaciones abandonado, ni siquiera tenía alambrado perimetral. Además se encuentra a las orillas de un arroyo. Las familias que viven hoy ahí fueron quienes se encargaron de ponerlo en valor. “En algunas casas rellenamos con tierra y levantamos el terreno más de un metro y medio porque esto antes era un pozo”, relata Sergio, otro de los vecinos que llevan adelante la lucha por poder permanecer en sus casas.
A pesar de que los vecinos manifiestan voluntad de llegar a un acuerdo con los propietarios, la suma que le piden es exorbitante y no está al alcance de sus posibilidades. “Cinco millones de pesos nos piden cuando la provincia cotizó el terreno en 1.2 millones”. Frente a esta situación acudieron a pedir ayuda al palacio municipal, pero desde la gestión Garro, ni siquiera los atendieron.