Por Germán Celesia / Este martes La Nación se ve obligado a reproducir objeciones del mandatario electo y de su propia redacción a la exigencia y, como si nada se hubiera pasado, pone el foco periodístico en la política exterior macrista, que consistiría básicamente en un alineamiento con la de Estados Unidos, lo cual obviamente requiere la demonización de Venezuela. Lo curioso es que la excusa son los “derechos humanos”, que La Nación pide obviar en el caso de los genocidas de la dictadura.
Carlos Pagni alude, en su columna de tapa, al “pedido de suspensión de Venezuela como socio del Mercosur”, que realizaría el presidente electo, junto con la denuncia del memorándum de entendimiento con Irán. Y afirma: “Macri sería el segundo presidente latinoamericano en condenar la violación de los derechos humanos de Nicolás Maduro. El otro fue Juan Manuel Santos, de Colombia, que tiene con Maduro un agresivo problema de frontera”.
Según Pagni, “el pronunciamiento se inscribe en un contexto interesante. El 6 de diciembre se realizarán las disputadísimas elecciones parlamentarias en Venezuela. Hoy llegan a Buenos Aires representantes de la oposición a Maduro para hacer campaña respaldados por los dirigentes de Cambiemos. Además, la definición de Macri pondrá en una encrucijada a la debilitada Dilma Rousseff: su alianza con el chavismo es parte de la crítica de la oposición y de su propia base aliada”.
Para el hombre de La Nación, “estas declaraciones de política exterior no son inocentes. Enmarcan una nueva orientación para las relaciones internacionales que es indispensable para el regreso de la Argentina a los mercados de crédito. Sin ese regreso, que supone liquidar el default que deja como herencia la señora de Kirchner, es imposible pensar en la unificación del mercado cambiario, que Macri prometió también ayer”, afirma. Es decir, el nuevo gobierno estaría dispuesto a sacrificar su política exterior independiente a cambio de un puñado de dólares.
Para Joaquín Morales Solá, Macri “Será un crítico insistente de las violaciones de los derechos humanos en Venezuela y le pedirá al Congreso la derogación del acuerdo que Cristina Kirchner firmó con Irán para investigar el criminal atentado contra la AMIA, de cuya autoría intelectual la justicia argentina acusó al propio Irán”.
Así, “la Argentina se aleja del eje bolivariano y se reintegra a Occidente, después de más de una década de aislacionismo y provocaciones en el escenario internacional. Es un cambio sustancial en una política fundamental del país. Esa crucial modificación fue saludada ayer por los principales líderes del mundo”. Aquí la falacia del columnista consiste en confundir el no alineamiento de nuestro país con los intereses estratégicos de Estados Unidos – que justifican guerras genocidas en países de Medio Oriente- con una suerte de “aislacionismo” que no es tal, debido a la muy activa participación de Argentina en foros internacionales. Peor aún, el columnista inventa un “eje bolivariano” que se parece mucho al “eje del mal” que justificó la invasión norteamericana a Irak.
En el mismo sentido, Jorge Fernández Díaz critica “la chavización que operó la patrona de Balcarce 50”. Lo implícito en la opinión de los dos columnistas es que niegan la posibilidad de que el gobierno sostenga una posición autónoma, acorde con los intereses nacionales, y la condena a alinearse a posturas o posiciones políticas de otros países.
De hecho, el diario publica un panfleto anti-chavista firmado por Andrés Oppenheimer. “Las elecciones legislativas del 6 de diciembre en Venezuela serán las más antidemocráticas que se han visto en la historia reciente de América latina, con la excepción de Cuba. Y, sin embargo, es probable que la oposición gane el voto popular por un margen abrumador y que eso lleve al principio del fin de la corruptocracia civicomilitar que gobierna ese país”, afirma el columnista, mintiendo sobre las características del sistema electoral venezolano y prácticamente anunciando un golpe de Estado en caso de que se produzca una derrota del oficialismo en comicios legislativos. Golpe que – si se produjera – el diario de las familias Mitre-Saguier posiblemente justificaría aludiendo a las supuestas atrocidades adjudicadas al gobierno constitucional del país caribeño.