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Víctor Cobos no logró verle la cara a Marcos Levín durante la audiencia. Sabía que estaba ahí. El juicio ya había empezado. Los jueces habían presentado a todos los imputados. Y se había leído la elevación a juicio. Víctor, sentado frente a los jueces, comenzó a recordar su secuestro en el centro clandestino de la Comisaría 4ª de Salta, donde un día llegó hasta a oler el perfume del empresario. Dicen que Levín no le sacó los ojos de encima mientras habló. Que se rió buena parte del tiempo. Que se puso anteojos de sol y se los sacó de pronto como si se hubiese dado cuenta de que estaba haciendo el ridículo. Y que hasta se sonrió cuando quien fuera empleado de su empresa lloró al evocar alguna de las escenas de tormentos. Comenzó así esta semana el juicio al dueño de la Veloz del Norte, el primero en el país que se hace a un empresario asociado al terrorismo de Estado. Con él, son juzgados tres policías, entre ellos Víctor Bocos, entonces subjefe de la Comisaría 4ª de Salta que ahora se nombra como centro clandestino de detención y que a la vez era inspector de la empresa o, como dicen los trabajadores, tenía funciones de espía y de buchón.
“Me siento bien porque pensábamos que nunca íbamos a llegar a este momento –dice Cobos después de haber esperado casi 40 años este comienzo–. Pero siento cierto temor por parte de quien imparte justicia porque hay veces que la Justicia actúa de otra forma. ¿Que pasó con los Blaquier? Pensábamos que íbamos a tener una sentencia, sin embargo no fue así.”
Cobos es uno de los 24 trabajadores de la Veloz del Norte secuestrados a partir de enero de 1977, por 15 de los cuales la Fiscalía Federal de Salta y las querellas impulsaron una causa por crímenes de lesa humanidad, según consignó el matutino Página/12. El único caso que llegó a juicio oral en este momento es el suyo. El resto espera una resolución de la Corte porque las instancias inferiores consideraron que sólo él fue perseguido político y dieron su caso como no prescrito. Las razones, o mas bien las sinrazones, de esa fragmentación quedaron expuestas en el relato de Víctor pero se supone que irán sumando elementos durante el resto del debate cuando vayan declarando los otros testigos, que en este caso son además los ex trabajadores secuestrados.
“Yo estuve secuestrado en la Comisaría 4ª, unos cuatro o cinco días antes de que Marcos Levín hiciera la denuncia”, dice Víctor sobre una declaración por supuestas estafas que tuvieron que firmar los trabajadores mientras estaban detenidos. La declaración la firmaron ante el juez Jorge Alberto Trincavelli. “Trincavelli vino a certificar la firma de la declaración que había tomado la policía. Cuando me la mostraron me pusieron una pistola en la espalda. Me dijeron que si no firmaba, directamente me iban a matar, me obligaron a decirleS a mis compañeros que firmen porque si no no iba a salir nadie. Salir de la zona de esas torturas y pasar a la cárcel de Villa las Rosas después fue como un alivio, porque en la cárcel estuve mal, pero no nos torturaban por lo menos como en la 4ª.”
Víctor era delegado de la UTA. Por entonces, venían haciendo reclamos colectivos sobre las condiciones de los trabajadores de dos empresas. En la Veloz, los trabajadores no recibían pago por horas extras, ni viáticos cuando viajaban de Salta a Tucumán y debían quedarse a descansar antes de retomar el servicio. Levín viene diciendo en su defensa que ningún trabajador de su empresa desapareció. Es cierto, pero todos los integrantes de esta causa fueron secuestrados, torturados con picana, motores de una moto y música a altísimo volumen que aún provoca pesadillas entre los ex detenidos. Una parte de los detenidos salió en libertad, a 7 les dieron la falta de mérito en la causa que se armó por estafas. Y a 8 los procesaron y pasaron a la cárcel de Villa Las Rosas, como Cobos. Luego de esas detenciones, es cierto que varios incluso volvieron a trabajar a la empresa. Incluso los procesados. Todos menos Cobos. El dato no dejó de aparecer en la audiencia. Cobos dijo que era raro que esos supuestamente culpables fueran reintegrados a la empresa. Los que volvieron, claro, llegaban así disciplinados por las secuelas padecidas.
A Cobos lo secuestraron cerca del 22 de enero cuando iba a tomar el servicio a Tucumán. Lo subieron a un auto Ford Falcon celeste de la compañía. “Me pasaron del coche esposado a la 4ª, detenido, y ahí empecé –dice Víctor–. Fueron unos tres días de torturas. Y el cuarto día, el acta.”
“Ahora estamos diciendo que la Veloz del Norte, además, también fue un centro clandestino”, dice Cobos. Esteban Juárez Rivera y su padre estuvieron secuestrados en el galpón de la Veloz del Norte y luego fueron derivados a la 4ª. Los fiscales Francisco Snopek y el ad hoc Juan Manuel Sivila están pidiendo en este momento que se le tome declaración en el juicio. “Eso –sigue Víctor– demuestra que la Veloz estaba en todo esto y que fue centro clandestino porque unos cuantos compañeros míos también fueron detenidos en el galpón.”
El policía Víctor Bocos sigue el juicio desde su casa, vía videoconferencia, por un posoperatorio. Su doble rol durante la dictadura, dentro del CCD y en la Veloz del Norte, aporta un dato singular en este causa dado que su figura conecta desde el plano formal esa alianza del bloque de poder cívico militar a cargo de la dictadura.
“Bocos fue un oficial de la policía con un ascenso increíble”, dice Víctor. “En el año 1970 egresa del escuela de policía con un grado de inferior y para la época del golpe de estado estaba como segundo en la comisaría. El dice que era un oficinista, sin embargo en sus antecedentes aparece como oficial de Infantería, es decir que estaba preparado para la lucha y que era hábil en el manejo de armas. Comandaba los grupos de tareas que secuestraban y torturaban. En la Veloz, ellos dicen que tenía cargo como inspector pero jamás subía a controlar los colectivos. Hacía seguimientos e inteligencia para ver quiénes eran los que estaban en la parte política y gremial, a quienes veía como subversivos para informar”.