«Antes era silencio, incertidumbre y hasta vergüenza. Y hoy podemos venir orgullosas y decir que mi mamá fue una docente desaparecida que luchó por los derechos y la igualdad de todas las personas.» Con esas palabras, María Elena Ghigliazza reivindicó el reconocimiento que su mamá, la maestra desaparecida Irma Noemí Tardivo, acababa de recibir en el acto en el que familiares de alumnos, docentes y auxiliares de la educación de la provincia de Buenos Aires perseguidos y cesanteados durante la dictadura cívico-militar recibieron una copia rectificada de sus fojas de servicio, en donde se determina la desaparción o la persecusión como la verdadera causa de la «baja».
El acto de reparación histórica corrigió los legajos de cese: los nuevos establecen desde ayer que el motivo no es por «abandono de cargo» sino por «persecución política» o «desaparición forzada como consecuencia del terrorismo de Estado», señaló Tiempo Argentino.
«La recuperación de la verdad en cada historia de cada docente, alumno, auxiliares y administrativos es un acto de justicia, es una victoria de la vida sobre la muerte y de la memoria sobre el olvido», dijo durante la restitución la directora general de Cultura y Educación, Nora De Lucia, que encabezó el acto junto al secretario de Derechos Humanos, Guido «Kibo» Carlotto. También participaron la coordinadora nacional de Educación del Programa Argentina Trabaja, Mary Sánchez, el titular de CTA, Hugo Yasky, y la Madre de Plaza de Mayo, Adelina de Alaye.
En ese camino, De Lucía recordó que la Dirección de Escuelas «conformó un archivo histórico en el que estarán todos los expedientes con las verdaderas historias de los compañeros desaparecidos de la Educación».
El acto fue reparatorio. La mamá de Yamila Grandi también era maestra y fue secuestrada por la dictadura. «Es una manera de recomponer la historia y de que el Estado se haga cargo de lo que pasó. Estoy segura que mi mamá se pondría muy contenta al ver este reconocimiento», dijo la hija de María Cristina Cornou.