El paro nacional convocado por la principal central de trabajadores de Ecuador y algunas organizaciones indígenas se cumplió hoy con escasa adhesión en las áreas claves del comercio, la educación y el sector financiero, pero dejó a su paso una estela de violencia.
La agencia Andes reportó doce policías y un civil heridos, “dos de ellos de consideración”, al ser atacados con “piedras, palos y objetos contundentes cuando intentaban despejar vías bloqueadas” en el centro del país.
En diálogo con la cadena Telesur, el canciller Ricardo Patiño manifestó su condena y explicó que “los sectores violentos están acostumbrados hacer la política del golpe y la piedra”.
Además, aclaró que la mayor parte de la población indígena de Ecuador “está absolutamente de acuerdo” con las políticas promovidas por el presidente Rafael Correa y atribuyó las protestas a “grupos minoritarios que buscan ganar seguidores a través de la violencia y la desestabilización”.
A pesar de la escasa adhesión al paro, las organizaciones convocantes bloquearon en las primeras horas de esta mañana varias rutas del país con troncos encendidos, alambres de púas, piedras y otros materiales.
Durante la jornada, el presidente Correa rechazó el “viejo país de palos, piedras y abusos», y consideró que los grupos ultraderechistas le “hacen daño al país, no al Gobierno”.
Ante las movilizaciones opositoras, miles de partidarios de la Revolución Ciudadana realizaron concentraciones en la Plaza Grande, frente al Palacio Carondelet, sede del Ejecutivo, donde ratificaron su apoyo a Correa.
Las protestas opositoras se iniciaron luego del impulso de proyectos para fijar impuestos a la herencia y a la plusvalía, que afectarían solo al dos por ciento más rico de los ecuatorianos en beneficio de las grandes mayorías.
Correa retiró temporalmente esas propuestas legislativas para iniciar un proceso de diálogo, pero hasta ahora la ultraderecha se ha negado a participar de las conversaciones, profundizando su plan de desestabilización.