“Antes de irme les pido primero, que sigan rezando por mí; segundo, que sigan haciendo lío; tercero, que ayuden a organizar el lío que hacen para que no destruya nada”.
Fueron las últimas palabras del papa Francisco en su gira sudamericana, que comenzó el domingo pasado en Ecuador, continuó en Bolivia y culminó hoy en Paraguay.
Tras encabezar una multitudinaria misa, que congregó a más de un millón de personas en el predio “Ñu Guazu”, el Sumo Pontífice se dirigió a la Costanera de Asunción para escuchar y hablarles a unos 70 mil jóvenes paraguayos, argentinos y de otros países de la región.
La actividad comenzó con los testimonios de Lis, una chica cuya madre padece Alzheimer; Manuel, un joven abandonado por sus padres que llegó a ser adicto a las drogas; y Orlando, quien leyó el Evangelio de las Bienaventuranzas y, al abrazar al Papa, le hizo un pedido al oído.
“Orlando me pidió que rezara por la libertad de todos y cada uno de nosotros, de todos. Es la bendición que pedimos ahora todos juntos. La libertad. La libertad es un regalo que nos da Dios, pero hay que saber recibirlo, saber tener el corazón libre”, dijo Francisco.
Luego se refirió al testimonio de Lis, quien “con su vida, nos enseña que no hay que ser como Poncio Pilato, lavarse las manos”, y a “las palabras duras” de Manuel cuando habló de la explotación, el maltrato y la soledad que había padecido.
“En vez de salir a vengarse de la vida, Manuel usó una frase linda: ‘pude salir adelante’”, afirmó el Papa y agregó: “Hay otros chicos que la desesperación los empuja a la delincuencia, al delito, a colaborar con la corrupción. A esos chicos les tenemos que decir que nosotros estamos cerca, que queremos darles una mano, ayudarlos, con solidaridad, con amor y esperanza”.
“Hagan lío y organícenlo bien. Un lío que nos dé un corazón libre, un lío que nos de solidaridad, que nos dé esperanza, un lío que nazca de haber conocido a Jesús y de saber que Dios es mi fortaleza”, exclamó.
“Necesitamos jóvenes con esperanza y fortaleza –continuó-, no queremos jóvenes debiluchos ni que se cansen rápido, con cara de aburridos. Queremos jóvenes fuertes que tengan un corazón libre”.
Desde la Costanera, Francisco se trasladó directamente al Aeropuerto Internacional Silvio Petirossi, donde lo esperaba el presidente Horacio Cartes para encabezar una ceremonia de despedida con varios espectáculos artísticos.