El periódico del Vaticano, que ayer había dedicado su portada al encuentro de Cristina Fernández de Kirchner con el Sumo Pontífice, publicó hoy una entrevista con la Presidenta, la primera de «L´Osservatore Romano» a un jefe de Estado.
«Encontré al Papa sereno, seguro de sí mismo y preocupado por la inmensa tarea que le compete hoy en día a la Iglesia en el mundo. Quedó muy impactado por su viaje a Sarajevo y estaba muy contento de haber visitado una ciudad que ha sufrido tanto por el conflicto sangriento del siglo pasado y que ha vuelto a ser lugar de diálogo y convivencia pacífica. Este mundo de hoy, tan complejo, necesita personas especiales; Bergoglio no es un líder político, pero está generando cambios que van más allá, transformaciones de mentalidad», aseguró la mandataria a la periodista Silvina Pérez.
«El viento de frescura evangélica del papa Bergoglio ha llegado a los católicos y a los no católicos y su palabra a favor de la justicia social, así como su estilo que pone el acento mucho más en la persona humana que en las instituciones, traerá un nuevo impulso en esta fase de cambio a nivel global», agregó la Presidenta, tras el quinto encuentro con el papa Francisco desde su entronización en marzo de 2013.
Además, reflexionó sobre el regalo que le hizo el Papa tras la reunión, un ícono de la Virgen de la ternura: «La ternura es una calidad típicamente femenina y cuando las mujeres la llevan a la política este valor cambia la perspectiva de las cosas. Existe una mirada sobre el ser, sobre la existencia, sobre el mundo, sobre la vida, sobre la experiencia que es propia y es original de las mujeres. Y si hablamos de mujeres, desde México hasta la Patagonia, desde hace algunos años son ya muchas las que ocupan lugares de prestigio. Los vértices del poder en la región ya no son más un monopolio masculino. Por el contrario, Chile, Brasil y Argentina tienen presidentas mujeres y la lista se podría extender en todo el continente».
«Es verdad que existe un récord de presidentas, pero no hay que pensar que la situación se repite en todos los sectores de la sociedad y del poder en general. Creo que aún falta mucho, el poder es prevalentemente un patrimonio masculino. En los medios de comunicación, en las grandes empresas, en las instituciones internacionales todavía no existe una paridad de las mujeres al poder», dijo.
«Algunos meses atrás, el Papa se preguntó durante una Audiencia General: »¿Por qué se supone que las mujeres deben ganar menos que los hombres? No, ellas tienen el mismo derecho, la disparidad es un escándalo puro». Tiene razón, las mujeres trabajan en promedio mucho más que los hombres, porque a las tareas familiares agregan las profesionales», desarrolló.
«Francisco tiene una visión concreta y profunda a la vez del problema de las mujeres como parte fundamental de la sociedad. Concreta, porque entiende bien y lo ha dicho varias veces en su lenguaje muy directo, que los grandes temas son: la autodeterminación de la mujeres, la autonomía de las mujeres, las perspectivas de las mujeres. El rol de las mujeres es fundamental en los países en desarrollo ya que marca el futuro de la familia. En este sentido, todavía debemos superar muchos desafíos en lo que respecta la igualdad entre el hombre y la mujer. Y esto se aplica también a los países desarrollados e industrializados», continuó la mandataria.
«Y profunda porque el camino que queda por recorrer es largo y nosotros vivimos en un continente en el cual millones de mujeres siguen siendo víctimas de discriminación y violencia. Hace algunos días atrás, en mi país, miles de personas se reunieron en la plazas de Buenos Aires y de otras ciudades contra la violencia hacia las mujeres, una movilización histórica después de una secuencia de femicidios que impactaron a todo el país», afirmó.
Cristina se refirió a la «reacción espontánea, importante y transversal en toda Argentina el pasado 11 de abril», cuando una joven de 14 años embarazada fue asesinada por su novio de 16 años y enterrada en el jardín de su casa, «lo que inició el movimiento »Ni una menos», con una manifestación que colmó las plazas de las mayores ciudades».
«Había mujeres, pero también miles de hombres de todas las edades y clases sociales, algunos con niños pequeños. Una movilización importante», continuó.
Además, consultada sobre la existencia aún de prejuicios contra las mujeres en el poder, Fernández respondió: «Le respondo con una pregunta: ¿Es justo que las mujeres en el poder sean tratadas siempre menospreciándolas y de modo vulgar? ¿Dónde quedó la paridad de género? Una mujer que de algún modo ocupa una posición de poder es juzgada en la mayoría de los casos por su belleza y no su por su competencia en ese rol. Yo misma he sido víctima de feroces ataques mediáticos con algunas tapas muy vulgares en una revista que me han molestado mucho en cuanto mujer», se respondió.
«Estos mensajes son degradantes no sólo para quien los recibe, sino también para una entera generación de mujeres que está ocupando espacios en una sociedad mundial demasiadas veces sexista», enfatizó.
«Hay otro aspecto sobre el cual asumí un compromiso en Argentina de manera detallada y extensa, es decir, el de la «violencia doméstica contra las mujeres» que no se limita a un determinado sistema político o económico. Los datos actuales muestran que la violencia en las relaciones íntimas puede verificarse independientemente de la riqueza y de la clase social», criticó la mandataria.
«Lamentablemente, a pesar de la magnitud y la gravedad de este fenómeno, en la mayoría de los países no se reconoce a la violencia contra las mujeres como una violación de los derechos humanos, de modo que no se implementan estrategias adecuadas para contrarrestarla. Nosotros les estamos brindando una alternativa a las mujeres víctimas de este fenómeno, es decir, un trabajo que les permita pensar y redefinir los límites de su propia existencia», remarcó.
En ese sentido, sostuvo: «Hemos creado una ley orgánica del Estado, la ley número 26.485 de protección y prevención del fenómeno. En definitiva suponemos que una mujer que no trabaja no es una mujer libre, ni siquiera de la violencia doméstica, porque a pesar del sufrimiento, se sentirá menos segura de elegir dejar esa casa donde reina la violencia».