Por Germán Celesia / El editor de Clarín, Ricardo Roa, no oculta el fastidio del multimedios respecto de las posturas del precandidato del FpV en su columna de este sábado 23, ya que “el gobernador tiró por la borda la estrategia de diferenciarse y ha resuelto justificar y aplaudir todo lo que diga y haga Cristina”. Francisco Olivera expresa una idea similar en La Nación; ya que “el tono encendidamente kirchnerista de Daniel Scioli acaba de dejar perplejos a seis ejecutivos de bancos internacionales”.
Fernando Laborda dice en su artículo del viernes para el matutino fundado por Bartolomé Mitre: “Desde que se quedó sin posibilidades de luchar por su reelección, Cristina Kirchner dio más de una vez muestras de que preferiría como su sucesor presidencial a un representante de la nueva generación de dirigentes kirchneristas y afín a La Cámpora, como Axel Kicillof, antes que a alguien como Daniel Scioli. Pero como siempre se trató de un sueño imposible, la Presidenta pareció encontrar un consuelo: presionar desde ahora para que, si el destino del actual gobernador bonaerense es la Casa Rosada, el manejo del Ministerio de Economía continúe en manos de Kicillof”, lo cual está en la misma línea de crítica anticipada a una continuidad en las políticas económicas.
El domingo 24, Clarín publica una encuesta propia que confirma la primacía de Scioli – aunque le da mucho aire a Macri respecto de Massa – y el columnista Ricardo Kirschbaum dice sobre el kirchnerismo: “Obligado a optar entre Scioli y Randazzo, el oficialismo se prepara para el cambio de piel: Scioli no es el hijo pródigo de la »revolución» kirchnerista ni Randazzo tampoco” y “el gobernador sigue siendo fiel a sí mismo, es decir con ese estilo que apareció en los tiempos de Menem”.
Según Eduardo Aulicino, Cristina polariza, pero piensa en ella”, “quiere polarizar pero limitando a Scioli”. Según el columnista, “el principal beneficiario de ese ejercicio polarizador sería Daniel Scioli, al menos hasta ahora”, pero entonces “vuelve entonces el fantasma combatido por Olivos, que desde el inicio de esta carrera buscó desarmar la idea de que el gobernador bonaerense es el »candidato natural» del PJ y, por extensión, del oficialismo”, pero “Cristina Fernández de Kirchner trabaja para ella, para su poder futuro, lo cual explica los vaivenes en su armado electoral”.
Así, según la visión que quiere imponer el columnista, la Jefa de Estado no tendría ningún interés en beneficiar a los sectores sociales que la votaron dos veces de manera masiva, en buena medida gracias a las políticas llevadas adelante para favorecerlos, y se movería guiada por un mero interés personal.
Según Aulicino, desde el kirchnerismo “ponen en circulación encuestas, algunas de ellas muy forzadas, sobre la consolidación de Scioli, pero al mismo tiempo hacen trascender versiones sobre límites al gobernador en el armado que viene y hasta dudas sobre sus espacios para competir”. Para el hombre de Clarín, “todos dan por hecho la consolidación de Scioli en el plano interno y lo registran como el mejor perfilado en la disputa nacional. Y creen que los primeros efectos de la apuesta a la polarización afirman ese cuadro. Pero el punto es que, al mismo tiempo, Cristina Fernández de Kirchner suma señales de que ella misma quiere ser uno de los polos en disputa, por encima de los candidatos propios: busca proyectarse como la figura determinante sino excluyente del poder que podría prolongar el oficialismo si triunfa en octubre”.
En La Nación, Jorge Liotti afirma que la Presidenta permitiría a Scioli se postulante a la sucesión por mero pragmatismo. “Daniel Scioli percibió gestos hostiles y analizó seriamente un escenario en el cual le negaran la posibilidad de competir por la Presidencia dentro del FPV”. Y eel lunes, en La Nación, Carlos Pagni sostiene la idea de que “para ganar las elecciones, el peronismo necesita prometer algunas mutaciones” que irían en contra de los realizado por el kirchnerismo. “Pero esas propuestas suponen una relativa toma de distancia de una gestión que ayer, de nuevo, quedó sacralizada. La Presidenta no puede tolerar esa herejía. Y es lógico: diferenciarse es hacer un ejercicio de la crítica. Y para ella, crítica es complot”.
Según el operador político de La Nación, “el principal perjudicado con este enfoque proselitista es Daniel Scioli. Si el universo kirchnerista se repliega sobre los que sueñan con canonizar la experiencia de los últimos años, el gobernador de Buenos Aires corre el riesgo de que sus simpatizantes migren a otro club”. Si no es un llamado desesperado a que se vaya del kirchnerismo, se le parece mucho.