Por Germán Celesia / “Al declarar nulo el último párrafo del artículo 99 inciso cuarto introducido a la Constitución Nacional por la reforma de 1994, la Corte Suprema de Justicia tomó una determinación que no registra antecedentes en nuestra historia institucional. La interpretación de la Corte beneficia a algunos magistrados y sienta un preocupante precedente”, decía Clarín en una editorial del 24 de agosto de 1999, en clara crítica a la decisión que dejaba en funciones a Carlos Fayt. “El fallo de la Corte proyecta cierta imagen corporativa del Poder Judicial. Además, su sentido contraría la voluntad política de los legisladores y de los constituyentes”, agregaba.
En síntesis, el diario que hoy alerta sobre un “ataque”, intento de “copamiento” o “embestida” contra el máximo tribunal de Justicia por parte de integrantes de los poderes democráticos del Estado, no ocultaba hace 16 años sus coincidencias con un gobierno que aún no existía respecto de un integrante de la Corte que entonces llevaba más de 15 años en el cargo.
Esa clara convergencia de opiniones fue puesta de manifiesto por la propia Cristina Fernández de Kirchner a través de Twitter, y el principal medio aludido optó por hacerse el distraído respeto de la referencia a su posición editorial, y construir un título de tapa en el que afirma: “Cristina se sumó a los ataques contra Fayt”. En el interior dice que “se sumó a la embestida contra Fayt y la Corte Suprema” y alude a la referencia de la Jefa de Estado a un artículo de Roberto Caballero en Tiempo Argentino pero no al propio, mencionado a la pasada y sin detalles casi al final del artículo. En coincidencia, dice La Nación: “La Presidenta se sumó a las críticas a Fayt y a Lorenzetti”, aunque no destaca el tema en su portada.
En otro artículo, Clarín denomina “locura” las dudas sobre el estado de salud de Fayt y en una columna de opinión Osvaldo Pepe amplía la paleta de denominaciones violentas atribuidas a la posición del oficialismo. “Con una serie de tuits en los que cargó contra Fayt, la Presidenta dejó en claro anoche que su última obsesión, que bien puede ser leída como uno de sus caprichos crepusculares, es barrer la Corte”, añade.
Según Pepe, “Esa belicosidad política hacia la máxima instancia de otro poder del Estado y sus miembros la despliega un gobierno que está a siete meses de su ostracismo institucional”, cuestión que da por sentado un cambio de signo político que ni siquiera los encuestadores opositores dan por hecho.
Eduardo Aulicino, editor del matutino. agrega: “Olivos no repara en la brutalidad del ensayo y tampoco en la concepción hegemónica, autoritaria, que lo alimenta, sencillamente porque considera natural la idea de subordinar la Justicia a la voluntad del poder político”. En cambio, en 1999 el diario decía prácticamente lo contrario: que debía imponerse la voluntad de legisladores y constituyentes.
Campaña diaria
En los últimos días, los dos principales medios opositores vienen publicando diversos artículos destinados a crear la sensación de que existe en el oficialismo una decisión política de manejar el tribunal para asegurarse impunidad en los delitos que le atribuye – casi siempre sin evidencias – la propia prensa opositora.
Clarín el sábado arma un “fuerte apoyo empresario a la Corte Suprema de Justicia” en la tapa de su edición. Las entidades empresarias son de las que participa el Grupo Clarín más ruralistas y fundaciones neoliberales como la Mediterránea, fundada por el ex ministro de Economía Domingo Cavallo.
En sintonía con Clarín, el bisemanario Perfil habla de “un pacto para copar la corte”. Con lenguaje violento, el periódico acusa el gobierno de una invasión por la fuerza de un tribunal de justicia, pero en lo objetivo se refiere a su eventual uso de facultades legales y legítimas del Ejecutivo para proponer candidatos y del Senado nacional de convalidarlos o no.
En idéntico sentido, Daniel Amato en Clarín habla de “un Gobierno al asalto de la Corte Suprema”, lo cual no es más que un exabrupto disfrazado de nota periodística. “El Gobierno ha decidido tomar por asalto la Corte Suprema de Justicia. En estos casos, siempre es mejor decir las cosas como son que recurrir a parábolas elegantes. La guerra está planteada en términos muy duros de los que acaso no haya retorno, que incluyen tres pasos fundamentales que el kirchnerismo ya adoptó: admitió que estudia aumentar el número de jueces de la Corte a nueve, a doce, o a los que hagan falta, da igual; nombró como titular de la Comisión de Juicio Político de Diputados a Anabel Fernández Sagasti, discípula de Máximo Kirchner y miembro de La Cámpora y, por último pero sólo por ahora, encaró una lucha frontal en contra del juez Carlos Fayt”.
Según Amato, “el peronismo debería explicar y explicarse su ambición de eternizarse en el poder y de ejercerlo de modo absolutista con el argumento de que sólo el tiempo y la ausencia de garantías constitucionales o de organismos de control, le permite llevar adelante su plan de gobierno, cualquiera que sea”. Así, insiste en su obsesión por demonizar al kirchnerismo, idea que se expresa en diversos artículos de su autoría.
El “aparecido” que no apareció
En su ediciones de este domingo, los diarios opositores engañan a sus lectores diciendo que Fayt reapareció públicamente y mantuvo un dialogo con una radio, aunque nunca salió de sus casa y ni siquiera salió en vivo por una emisora, sino que un programa reprodujo fragmentos editados de una breve declaración en la cual para colmo se notan algunas dificultades para articular frases completas.
“Fayt asegura que está bien, trabajando y que seguirá en la Corte”, es el título central de Clarín. Según el diario, “habló después de una semana de ataques de la Casa Rosada”. Así, no da ningún elemento que permita al lector sabe que no fue una entrevista personal ni un dialogo telefónico en vivo, ni detalles sobre cómo se expresó. Además, mantiene en pie la caracterización de “ataque” de todo lo que no concuerde con la idea de que el miembro de la Corte se encuentra en condiciones de cumplir con sus funciones. “Habló Fayt, tras la presión oficial”, anuncia clarín, y transcribe estas supuestas declaraciones: “Estoy bien, trabajando como siempre”
Según el diario, “Fayt habló al cierre de una semana en la que fue hostigado duramente desde el Gobierno, cuyos funcionarios sostuvieron el argumento de que por su edad ya no está en condiciones de ejercer como juez de la Corte. Detrás de la ofensiva oficialista está la intención de presionar a Fayt hasta conseguir su renuncia, para lograr así una nueva vacante en el máximo tribunal. La firme negativa del veterano juez le pone freno a ese intento impulsado por la Presidenta”. Como a la pasada, el diario reconoce que “fue una entrevista grabada”, aunque obvia mencionar que fueron apenas algunos segundos editados.
Según Eduardo van der Kooy, Cristina quiere paralizar la Corte”, pero “el juez avisó que está enojado”. Silvana Boschi afirma que “el apuro del oficialismo tiene un fin menos legalista: se trata de blindar la salida de la actual gestión con ciertas garantías en la Corte, ya que el tribunal tendrá la última palabra en todas las causas por corrupción que ahora están en otras instancias”.
Para Joaquín Morales Solá, existiría un “ambicioso plan del Gobierno detrás de la tortura a Fayt”. La nota es melodramática. “Perseguido, acosado y humillado, Fayt, que tiene 97 años, es sometido a niveles excesivos de un estrés inútil. Su vida podría correr peligro. Ayer, el juez Fayt habló por radio”, miente. Y acusa de antemano al kirchnerismo de la eventual muerte del magistrado. “Al breve diálogo que Fayt tuvo con Radio América, se sumó la convocatoria a una nueva reunión, para el martes, de la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados”, alerta el diario, solapando de paso el hecho de que Fayt ni siquiera habló en vivo desde su casa.