Por Germán Celesia / El miércoles 22, decía Página/12, uno de los cuatro matutinos que hicieron tapa con el tema: “El Gobierno obtuvo ayer 1415 millones de dólares a través de la colocación de un título público, el Bonar 2024, a pesar de la presión de los fondos buitre para boicotear la operación. La cifra es casi el triple del monto anunciado para la licitación, de 500 millones. Las propuestas del mercado fueron incluso superiores, por 1878,7 millones de dólares, pero Economía convalidó sólo ofertas hasta una tasa de interés de 8,956 por ciento. Nueve de cada diez dólares provinieron del exterior, principalmente de fondos de inversión europeos”.
Esta noticia, que implica el ingreso de dinero para un plan de viviendas populares por 500 millones de dólares y otras obras de infraestructura, es contradictoria con una “verdad” pregonada por la prensa hegemónica, que alude a un supuesto “asilamiento” de los mercados financieros a raíz de la falta de acuerdo con los fondos especulativos. En esa línea, el fondo NML Capital, propiedad de Paul Singer, emitió un comunicado en el que alertaba a potenciales inversores sobre los riesgos de la operación y les recomendaba estar preparados para eventuales acciones legales, pero el miedo los buitres no parece haber hecho desistir a los inversionistas.
Contrastando con la decisión editorial de minimizar el tema, hoy La Nación pretende demostrar que quienes confiaron en la capacidad de pago del país corrían enormes riesgos. “El juez Griesa y los fondos buitre interfieren en la emisión de deuda”, es el título más visible de la portada de su edición. ¿En qué consistiría la “interferencia”? En un pedido de información sobre el tema. Aún a riesgo de caer en ridículo, el “editor” del matutino explica “porqué es importante”. Y en ese sentido, advierte: “Mientras la Argentina siga sin solucionar el problema de la deuda en default seguirá expuesta a este tipo de inconvenientes”. Así, la “interferencia” de la tapa pasa a ser un mero “inconveniente” que no está claro cómo podía obstaculizar el normal desarrollo de una colocación de títulos públicos emitidos bajo ley argentina, y por lo tanto por fuera de la jurisdicción de los tribunales distritales de Nueva York.
Ana Barón, en Clarín, seguramente sin intensión, hace caer aún más en ridículo el razonamiento de Bartolomé Mitre. “El juez de Nueva York, Thomas Griesa, consideró hoy que los fondos buitre tienen derecho a conocer los términos de la colocación del BONAR 24 que realizó la Argentina”, informa. Eso fue todo.
Sobre devaluaciones y caída de reservas
El 2 de octubre del año pasado, Juan Pablo de Santis pronosticaba en La Nación, basándose en estimaciones de la calificadora de riesgo Mood»s, una devaluación del peso y una caída de reservas por los pagos de la deuda. El 4 de diciembre decía que el motivo sería porque: “hay que pagar deuda por la mitad de las reservas”. El 15 de diciembre, se burlaba de que “mientras la Argentina consiguió sólo 286 millones en bonos, a Kenia le dieron el triple”. Y ayer, cuando se sabía que Argentina había logrado más del doble que el país africano, obviaba comparar cifras totales y se quejaba porque el país debió comprometerse a pagar tasas que serían “de las más altas de la región”.
Hoy vuelve a recurrir a su conocimiento sobre la política de financiamiento de esa Nación cuya ubicación exacta probablemente sea ignorada por el grueso de los lectores del diario. “Poco para festejar: la Argentina debió pagar más caro que Kenya”, afirma. “En diciembre pagó una tasa de 5,87% por un bono similar al Bonar 24, que costó 8,9%”, dice, como si las condiciones financieras no variaran en cuatro meses, o como si fuera lo mismo en términos sociales acatar las “recomendaciones” del FMI que elegir un camino de autonomía nacional frente a las imposiciones de organismos internacionales y potencias extranjeras.
Florencia Donovan redunda en la idea de que el Estado argentino pagó “caro” en una nota titulada: “YPF pagaría menos que el Estado por un bono a 10 años”, cuestión que tampoco es segura – la nota habla de 8,3% – debido a que aún no se hizo la colocación de títulos. Además, YPF es mayoritariamente del Estado argentino, con lo cual es Argentina que lanza dos bonos para financiar diferentes proyectos.
De manera complementaria, Martín Rodríguez Yebra trata de disfrazar el interés del gobierno y empresarios rusos por invertir en el país, pese al supuesto “aislamiento”. Néstor Scibona, en su columna del 25 de enero, describía a “la Argentina virtualmente aislada del mundo, salvo un puñado de aliados externos poco confiables”.
Hoy Rodríguez Yebra, que no se basa en ninguna fuente periodística identificable por su nombre y apellido, sostiene que “a puertas cerradas, los grandes empresarios rusos le plantearon ayer a la presidenta Cristina Kirchner sus dudas sobre las restricciones de la economía argentina y las posibilidades reales de rescatar sus beneficios si finalmente deciden hacer negocios en el país”. Así, se repite la lógica de que fuentes no identificadas en reuniones que no son públicas expresas sus dudas y temores pero cuando les toca comprar bonos o hacer inversiones en el país tienen menos reparos.
En realidad, cualquier inversor de pesos busca interiorizarse de fuentes directas sobre la situación de un país antes de tomar la decisión de invertir, lo que no significa que se guíe necesariamente por los vaticinios de los gurúes financieros o columnistas de la prensa opositora a un gobierno.
Según el hombre de La Nación, “durante las 48 horas de visita a Moscú, la Presidenta firmará una veintena de acuerdos comerciales, en su mayoría ligados a posibles inversiones energéticas a gran escala”, lo cual es una realidad “objetiva”. Sin embargo, eso “no diluye las inquietudes que comparten otros empresarios extranjeros que miran a la Argentina”, dice el periodista, con lo cual trata de darle mayor valor a cuestiones subjetivas que por lo visto no inciden significativamente en decisiones de inversión.
Con la virtud de apelar a la ironía, Javier Blanco también critica al gobierno porque “la Bolsa festeja”, ya que “deuda ya no es mala palabra”. Nadie en el gobierno dijo que lo sea, aunque la propia prensa opositora creo esa imagen, que ahora queda claro que no es real.