Por Germán Celesia / “Ni bien la opinión pública comenzó a destacar la actuación del fiscal Alberto Nisman, casi simultáneamente nació una campaña, presuntamente de origen oficial, para desprestigiarlo. Pero los promotores de esta campaña no advirtieron que, mientras tanto, la figura de Nisman se había descarnado, se había »idealizado», se había convertido en un símbolo de aquello a lo cual aspiran muchos argentinos. Fue en vano, por lo tanto, que trataran de ensuciar su imagen diciendo que era un mujeriego o hasta un libertino, ya que la figura del fiscal había ascendido hasta la cima de la consagración popular, hasta volverse prácticamente inalcanzable”, asegura Mariano Grondona en su columna de hoy para el diario La Nación, donde compara al ex fiscal con un santo: “La idealización de una persona, su transformación en símbolo cívico, es en cierta forma paralela a lo que la Iglesia realiza hace dos mil años a través de los procesos de beatificación”, dice.
Además de desestimar la caracterización del fiscal surgida de evidencias claras, como la existencia de propiedades y valores sin declarar en el exterior, el hombre de La Nación insiste en dar por probado su asesinato en manos del kirchnerismo, hipótesis de la Sandra Arroyo Salgado, ex mujer del funcionario judicial. “Si la figura así idealizada muere además en forma violenta en circunstancias ligadas a su vocación, si suma además el admirable papel del mártir, en tal caso su testimonio se refuerza hasta convertirse en legendario”, dice el columnista.
Resulta, sin embargo, que la tesis maliciosa del asesinato por orden del gobierno nacional sufrió un nuevo traspié ayer, cuando la jueza Fabiana Palmaghini desestimó en términos severos la pretensión de Arroyo Salgado de sacar la investigación a la fiscal Viviana Fein y direccionarla hacia la disparatada tesis del “magnicidio”, pese a la falta de evidencias firmes que apunten en ese sentido.
“He de recomendar a la querellante Arroyo Salgado que, en lo sucesivo, dirija sus esfuerzos al esclarecimiento del hecho, teniendo por objeto y fin último la verdad objetiva, y no un embotamiento innecesario e injustificado que sólo se va traduciendo en un freno a la prosecución de la investigación”, escribió la jueza, según reseña hoy Irina Hauser en Página/12. Hasta Hernán Capiello, cronista judicial de La Nación, parece coincidir con esa lectura: “Las decisiones de Palmaghini y el duro tono que utilizó en su fallo implican un revés a la acción de Arroyo Salgado, quien además de cuestionar la tarea de Fein planteó como hipótesis firme de la muerte de Nisman el homicidio”.
Según Capiello, “así desarrolló una amplia investigación paralela realizada por expertos reconocidos, a partir de la cual cuestionó los resultados de los peritajes oficiales, de los que nunca surgieron evidencias claras en el sentido de que pudiera tratarse de un homicidio”.
No obstante, el hombre de La Nación coloca una luz de esperanza en la posibilidad de que el caso sea investigado como un crimen político, pese también a la ausencia casi absoluta de evidencias que marchen en esa dirección. “Tras fracasar en su intento de apartar a Fein, y sin posibilidad de apelar, Arroyo Salgado podría argumentar que se trata de un caso de la justicia federal porque su ex esposo murió en razón de su cargo de fiscal federal. Si hace este planteo de incompetencia y prospera, el expediente aterrizaría en los tribunales de Comodoro Py 2002, lejos de Palmaghini y Fein”, afirma.
De allí se toma el “editor” de La Nación para afirmar: “El fallo implica el fin de la polémica entre Arroyo Salgado y Fein, pero también puede marcar el inicio de la discusión sobre la competencia de la causa”.
Los “cruces” de Clarín
Para Clarín, sin embargo, la definición de la magistrada habría iniciado una nueva controversia que le permite mantener el caso en un lugar relativamente visible de la edición de hoy. En lugar de titular con el rechazo de la magistrada al planteamiento de Arroyo Salgado, lo cual implica en los hechos un traspié en la estrategia de Clarín, construye una noticia titulada: “Nuevos cruces por la fecha de la muerte de Nisman”.
En realidad, el supuesto “cruce” se deduce de una observación de la juez actuante, que hizo notar que la propia Arroyo Salgado reconoció que el horario probable de la muerte de Nisman fue el domingo 18 de enero, medio día después de la visita de Diego Lagomarsino al fiscal. “Consultada por Clarín”, Arroyo Salgado se excusó aduciendo un “error de redacción”, lo que da pie a la creación de una “polémica” que ayuda al diario a obviar una admisión de la derrota – aunque no definitiva – de su estrategia, que apunta a responsabilizar al gobierno por la muerte del fiscal, por no pedir que se investiguen cuentas en el exterior que sólo Clarín y la revista Veja dicen que existen, y por tener, supuestamente ,en casa de un empresario patagónico una “bóveda” de dinero no declarado disfrazada de bodega de vino.
Para colmo, la imposición de “costas” judiciales a Arroyo Salgado es presentada por la ex mujer de Nisman como si se tratara de una muestra de “animosidad” hacia ella, aliada – circunstancial – de Clarín en la ofensiva con el gobierno nacional, que hoy tendrá un nuevo capítulo con la definición de un pedido de recusación del fiscal Germán Moldes, quien organizó con un grupo de colegas la marcha contra el gobierno disfrazas de “homenaje” a Nisman, relacionó su muerte con la disparatada denuncia contra el gobierno y hasta adelantó que trataría de manejar los tiempos para que la denuncia original de Nisman recaiga en funcionarios judiciales que le sean afines.