Por Germán Celesia / Con la decisión de ayer de la sala I de la Cámara Federal, ya son cinco los jueces que desestimaron la denuncia presentada por Alberto Nisman, cuatro de ellos debido a que no cuenta siquiera con los más mínimos indicios que permitan sostener una acusación. Clarín sin embargo insiste en presuponer la existencia de un delito cometido por la Presidenta sin necesidad de acreditar evidencias de valor jurídico. En cambio, según esta particular visión, todas las visiones alternativas a esa supuesta “realidad”, incluyendo la de los jueces o los propios funcionarios aludidos, tendrían que ser demostradas en el terreno mediático para no ser puestas en duda.
De otra manera no podría entenderse la decisión editorial de titular la edición de hoy diciendo: “La Cámara dispuso no investigar a la Presidenta”. Es decir, el diario muestra a una instancia judicial como si no tuviera decisión de investigar a Cristina Fernández y no planteando un simple a una denuncia por no cumplir con los más mínimos requerimientos en materia judicial. En el desarrollo de la noticia se obvia el sustento jurídico de la decisión y el cronista Nicolás Pizzi sigue manteniendo a la Jefa de Estado en calidad de “sospechosa”, obviando la decisión de los jueces. Se refiere en tiempo presente a ella y otras personas como “acusadas de participar de un »plan criminal» para encubrir a los iraníes imputados por el atentado contra la AMIA a cambio de emprender relaciones comerciales entre Argentina e Irán”.
El título de la tapa de Clarín está acompañado además por otro más pequeño en el que “baja línea” a Germán Moldes, uno de los organizadores del “homenaje” a Nisman. “El fiscal Moldes puede apelar la decisión para que la causa no se caiga”, dice. Queda claro que mantener la causa en las portadas de los diarios y medios electrónicos es el principal objetivo del multimedios en relación con el disparate jurídico firmado por Nisman y dos de sus colegas, de manera de mantener flotando las sospechas por “encubrimiento” de un atentado al gobierno que más esfuerzos materiales realizó para que se esclarezca ese caso.
Adicionalmente, Nicolás Wiñazki, poco adepto a citar fuentes periodísticas, coloca al gobernador bonaerense, Daniel Scioli, como una suerte de “operador judicial” que buscaría que no se investigue a la Presidenta. “Scioli operó sobre los jueces para frenar todo”, acusa. Si fuera necesario “frenar” algo sería porque estaría avanzando. Sin embargo, en este caso está claro que el “impulso” fue por motivos extrajudiciales.
Duplicidad de criterios
Más correctamente desde lo formal, titula La Nación: “Con críticas a Nisman, la Cámara rechazó su denuncia contra Cristina”. Así, el foco está puesto en la acusación del fiscal, más allá de que en la crónica de Hernán Capiello aparezcan casi como equivalentes los argumentos del único juez que pidió investigar con los de sus colegas.
No obstante la relativa ecuanimidad, Joaquín Morales Solá se mantiene alineado con sus colegas de Clarín y sostiene en su columna que los magistrados que descartaron el escrito estarían “sin voluntad de investigar”, con lo cual el hombre de TN convalida a todo aquel que aún sin evidencias mínimas acuse de delitos de diversa índole a la jefa de Estado o sus partidarios. Todo sería válido con tal de mantenerla como sospechosa.
Morales Solá apela en su escrito a golpes bajos de todo tipo para sostener sus teorías. Por ejemplo, victimiza a una persona fallecida porque “no le dieron ni siquiera la oportunidad de una investigación”, como “era previsible”, ya que “la Cámara Federal que le tocó a su denuncia resolvió contra el Gobierno, en los últimos años, sólo en ocasiones muy escasas”. Así, evita además reconocer que la misma Cámara consideró “inconstitucional” el memorándum con Irán, lo cual debilitaría su planteamiento.
Según el columnista, “esos jueces que firmaron la sentencia de ayer, Jorge Ballestero y Eduardo Freiler, no hubieran hecho lo mismo pocos días después de la masiva movilización del 18-F. Tuvieron margen para hacerlo, en cambio, después de que el Gobierno lo denunciara a Nisman como un mujeriego compulsivo, un gastador incansable de fondos estatales y un loco desquiciado en el manejo de los asuntos judiciales”. Es decir, supone que bajo la presión de la movilización opositora, hubieran cedido ante las exigencias de los fiscales y medios que buscan como objetivo político un “fin de ciclo” kirchnerista.
Incluso el hombre de La Nación ahonda en la victimización del fiscal comparando una decisión judicial con su fallecimiento. “Ayer sucedió de manera más consistente la segunda muerte de Nisman”, dice. Y agrega a otro fallecido en su argumentación, un columnista del diario Perfil. “Eliaschev fue el primer periodista que informó que existía una negociación secreta entre el gobierno de Cristina Kirchner y el régimen de los ayatollahs iraníes. Ninguno de los dos está, desde ya, en condiciones de replicarle al tribunal”, dice.
Así, da crédito a las acusaciones de su colega, también descartadas por completo por falta de testimonios u otras evidencias mínimas y trata de desacreditar al juez Daniel Rafecas, uno de los cinco magistrados que rechazó la concatenación de infundios del extinto fiscal. “La primera responsabilidad por la caída súbita de la denuncia de Nisman le corresponde a Rafecas”, sostiene, y dice que el futuro de la denuncia hubiera sido otro si hubiera habilitado algunos procedimientos judiciales guiados por el disparate presentado ante su juzgado. Además, da por cierto un “principio de ejecución” del delito inexistente para cinco jueces, casi todos ellos con varios fallos contra el gobierno en su haber, y dice que la propia muerte de Nisman debería haberse tenido en cuenta.
Por último, da por contado que habrá una apelación y se pronuncia en favor de un “fallo independiente”. Así, insiste en utilizar esa palabra – “independiente” – para referirse a las decisiones judiciales desfavorables al gobierno, ya que los que toman decisiones a favor, aunque lo hagan ajustándose a derecho – serán a los ojos de la prensa hegemónica eternos sospechosos de pertenecer al grupo de “jueces k”.