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Por José Luis Ponsico / Independiente estuvo 45 días sin Jesús Méndez al que «le pasó de todo». Lesiones, expulsiones y en enero se suicidio un hermano suyo. Tragedia familiar para el «jugador decisivo» frente a Arsenal de Sarandí.
Mucho tuvo que ver en la vuelta, el técnico Jorge Almirón «no querido» por la hinchada. El «Negro» Méndez, pocas palabras, fuerte en el medio, jugó e hizo jugar. El «rojo» creció frente a los de Martín Palermo. Con goleada inesperada para Independiente, recuperado en ataque.
Dice Almirón: «Si el juego nuestro no transmite, si de locales no tenemos el mismo rendimiento; todo en las tribunas lo gana la pasión y es lógico que se la agarren conmigo», comentó.
Méndez, iniciado en River Plate, debutante hace diez años con Leonardo Astrada -se lo comparaba con el Jefe- de buenos momentos en Olimpo de Bahía Blanca y Rosario Central, allí figura. En Boca, pedido por Alfio Basile, luego por Carlos Bianchi, no anduvo.
Contra Arsenal puso una pelota en la cabeza a Claudio Riaño en el segundo gol del «rojo» y más tarde, pase «fino» a lo Juan Román Riquelme de los últimos; Ricardo Bochini los ´80 y Ermindo Onega «crack» de River, los ´60, dejó solo a Lucas Albertengo para el tercero.
La tragedia familiar no se «borra». De lesiones y expulsiones -a veces se le va la pierna- el jugador corrige y mejora. El buen jugador nunca se olvida de jugar. El buen pase y el criterio para salir jugando menos Eso es Jesús Méndez nacido en Mendoza hace 29 años y vital en la levantada de Independiente, jugando en Avellaneda, donde no pudo con Sarmiento de Junín ni Belgrano de Córdoba.