Por Germán Celesia / “Ahora la Cámara decide si se investiga a Cristina”, titula Clarín la portada de su edición. El diario se hace eco de la argumentación del fiscal, que calificó de “prematuro” y “precipitado” el rechazo del juez Daniel Rafecas a considerar una denuncia que no incluye la más mínima evidencia que la avale. Daniel Santoro afirma que se estaría “un paso más cerca de retomar la denuncia que hizo Nisman”. El diario La Nación es más cauto, aunque no deja de colocar el tema en el centro de su portada: “Pollicita pidió que se reabra la denuncia contra la Presidenta”.
“Polllicta apeló y la Cámara Federal deberá decidir si avala la denuncia contra Cristina”, titula El Cronista un recuadro de tapa, y Ambito dice: “Denuncia AMIA pasa a Cámara”, prescindiendo de los artículos. Por sobre ese título secundario, coloca otra cuestión ignorada por los medios aduladores del presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, y dice: “Cosa Juzgada, pero no tanto”, debido a que “Corte rectificó sobre Embajada” y contradijo abiertamente lo que había dicho el presidente del tribunal y llevó a Joaquín Morales Solá, ayer, a entusiasmarse porque “Lorenzetti no se privó tampoco de marcarle a Cristina las lagunas de su conocimiento. La Corte Suprema, la anterior, no ésta, ya sentenció sobre el atentado que voló la sede de la embajada de Israel en Buenos Aires y culpó al grupo político-terrorista Hezbollah, el mismo que habría participado dos años después del devastador atentado a la AMIA. Es cosa juzgada”. Esos es precisamente lo que debió desmentir la propia Corte, de manera oficial y no a través de supuestas “fuentes” no identificadas.
Carlos Pagni, ignorando esta cuestión, trata en la “tribuna de doctrina” de interpretar el pedido del fiscal como si se tratara de una derrota de la Presidenta, con lo cual hace explícita la presunción de que el principal interés de la prensa es mantener el tema en las tapas de los diarios, los zócalos de los canales de noticias y los noticieros.
“La extraordinaria presión que Cristina Kirchner está ejerciendo sobre la Justicia para no despedirse del poder como imputada de encubrir un crimen de lesa humanidad, como el atentado contra la AMIA, registró ayer un nuevo fracaso”, dice, por la simple decisión de apelar la decisión del juez.
“La tesis de Pollicita fue sencilla: el escrito que él había presentado no pretendía que se condene a los imputados. Apenas reclamaba que se los investigue. De lo contrario, nunca se sabrá si las acusaciones de Nisman eran verdaderas o falsas”, sostiene cuando no hay ninguna evidencia que indique que tienen un atisbo de verdad
Según Pagni, “la Presidenta está encerrada en este laberinto judicial porque no ha podido dar una explicación convincente a una decisión catastrófica de política exterior: el acuerdo con Irán sobre la AMIA”, acuerdo que por otra parte nunca entró en vigencia al no ser ratificado por Irán, con lo cual el plateo judicial arranca de un absurdo.
Lui Majul expresa por su parte, con la brutalidad que lo caracteriza, los deseos de la prensa hegemónica en relación con la Jefa de Estado: “No sólo el fiscal Gerardo Pollicita apeló la decisión de Rafecas, colocando de nuevo la pelota en el centro de la cancha. El martes la Presidenta recibió también una lección de derecho y de cómo funcionan los poderes del Estado por parte de Lorenzetti. Además debió confirmar sus temores más recurrentes: cada vez tiene menos herramientas para evitar que los jueces y fiscales que la investigan a ella y a su familia sigan haciendo su trabajo”. Queda claro que ara Majul el “trabajo” del Poder Judicial sería hostigar a los gobiernos populares y no, por ejemplo, investigar los atentados contra entidades judías en argentina, cuando la propia Corte debió ayer contradecir a su presidente en cuanto a que no se había cerrado la causa por el atentado contra la Embajada de Israel, aunque los resultados son casi nulos.
En relación con el acuerdo con Irán, que nunca estuvo vigente, Clarín sigue actuando como si se hubiera activado, y publica una columna de Atilio Molteni donde asegura que el acuerdo iría “a contramano de la historia”, lo cual desde el punto de vista formal es ridículo por cuanto la “historia” no tiene vida propia sino que se construye con acciones.