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Por José Luis Ponsico / En la línea de defensores históricos de Estudiantes de La Plata, José María Silvero en los ´50 y Ramón Alberto Aguirre Suárez en los ´60, destacado en Granada, el central Leandro Desábato está en corazón «pincha». Hace tiempo.
Hoy, de nuevo figura con 36 años. Impasable. Estudiantes repitió su «paternidad» en el clásico platense y superó 3-1 a Gimnasia, nuevamente padeció en faz ofensiva. Empujó mucho y careció de juego en tres cuartos. En la desesperación apostó a los centros.
En nueva versión en el Bosque, el popular «Chavo» Desábato, de Cafferata, Santa Fe -también Leonardo Madelón, quince años antes- repitió actuaciones ante el rival de toda la vida. Cuando Gimnasia y Esgrima apretó ganó diez veces de arriba.
Con 1.88, estatura, perfil zurdo, a veces tosco, el capitán de Estudiantes de La Plata sobreviviente del ciclo exitoso de Alejandro Sabella, iniciado hace seis años. Luego coronado con dos torneos de AFA y Copa Libertadores. Triunfo inolvidable frente a Cruceiro, en Belo Horizonte, Brasil.
Contra Barcelona de España, apogeo del equipo histórico de Josep Guardiola, derrota en tiempo suplementario. Estudiantes que por entonces era «de Juan Sebastián Verón» estuvo ganando hasta tres minutos antes de los 90.
Pablo Vegetti, ex Villa San Carlos, goleador del «Lobo», ganó una vez. Y descontó. No pudo con su «karma» Pedro Troglio, sin fuerza en ataque.
Ahora, Estudiantes, bien pensado por Mauricio Pellegrino -lleva casi dos años- tiene al pibe Guido Carrillo, adelante -autor de un gol de zurda, «latigazo» a lo Carlos Bianchi en los ´70- y al interminable «Chavo» Desábato, atrás. Un «titán».
Anticipo, cruce, salida con sus zurdazos cruzados. A diferencia del correntino Silvero, diestro y el tucumano Aguirre Suárez, fallecidos; juego recio, voz de mando. Equipos que ganaron.
El primero, Estudiantes ascenso en el ´54; el otro, en notable ciclo de Osvaldo Zubeldía entre 1965 y el ´70. Varios títulos. Tres Copa Libertadores y la del Mundial Interclubes. En medio de la racha favorable, últimos ocho clásicos, traza la línea imaginaria de defensores centrales, fuertes, «caudillos», impasables. Desábato, heredero de antigua estirpe «pincharrata». Un tipo ganador.