Por Germán Celesia / “Por lavado de dinero, cayó en Mendoza el testaferro de Boudou”. Con este título central de su edición del sábado 21, Clarín inicia una nueva ofensiva contra las autoridades legales y legítimas de nuestro país. El titular es un ejemplo de lo que en la doctrina judicial se denomina “real malicia”, ya que no existe relación alguna entre el episodio y el vicepresidente, Amado Boudou.
La oración incluye varias mentiras en poco espacio. Lo fundamental es que está construida para que el lector suponga que el episodio está vinculado con una causa judicial donde el Vicepresidente esté imputado. Así, pensaría que el funcionario argentino podría ser el siguiente en ser detenido. Sin embargo, esa presunción es falsa, ya que se trata de una causa iniciada por un juez uruguayo en la cual Boudou no está implicado. Este relacionamiento periodístico busca entonces afectar la imagen pública del primer funcionario en la línea sucesoria del Poder Ejecutivo Nacional.
Además hay que aclarar que la condición de “testaferro” del Vicepresidente, adjudicada a Alejandro Vandenbroele, no está demostrada en ninguna causa iniciada en Argentina u otro país, lo que evidencia claramente que el diario realiza un prejuzgamiento por motivos político-editoriales. Por el contrario, hasta ahora no se probó siquiera que Boudou conozca al empresario detenido en Mendoza. Además, decir que Vanderbroele fue detenido por “lavado de dinero” también es un prejuzgamiento respeto de alguien que es sospechoso de un delito y fue detenido por no presentarse a declarar en la fecha propuesta por el juez.
Como si todo esto fuera poco, sobre el título el diario habla de “otra investigación que salpica al gobierno», lo que revela el objetivo central: salpicar al oficialismo, afectado por una fuerte campaña de difamación en la cual Clarín es el actor principal, “plantando” pruebas en la causa que investiga el aparente suicidio de Alberto Nisman e influyendo sobre jueces y fiscales para que activen causas que puedan afectar al Gobierno, o bien para que traben judicialmente normas jurídicas que puedan afectar al multimedios, como la Ley de Medios.
La campaña contra el Vicepresidente no se queda, sin embargo, en la portada del sábado, sino que continúa en la tapa del domingo: “Preocupa al gobierno que revele secretos el testaferro de Boudou”, con el cual el diario insiste en presentar como probado que ese empresario sea “testaferro” del Vicepresidente, pero además da por descontado que si no reconoció públicamente esa supuesta relación es por la existencia de un “pacto”. Afirma Clarín: “El kirchnerismo teme que al haber caído preso rompa el pacto de silencio sobre el papel que jugó el vicepresidente”. Si bien en el título se afirma que la fuente de preocupación es “el kirchnerismo”, en el artículo no se cita ni a funcionarios del Ejecutivo, ni a dirigentes políticos del FpV, ni a nadie. Es decir, parece tratarse de un simple “relato” sin anclaje con la realidad, pero que teniendo en cuenta el contexto de la noticia podría ser “creíble” para el lector habitual del matutino.
Según Lucía Salinas, “la situación judicial de Amado Boudou con el procesamiento confirmado en el caso Ciccone y la posibilidad de que Alejandro Vandenbroele realice alguna declaración que complique aún más la condición judicial del vicepresidente, inquietó durante el fin de semana a la Casa Rosada, que no logra salir aún de la crisis política causada por el muerte del fiscal Alberto Nisman”. Claro que la “Casa Rosada” no es ninguna persona en particular, ni es transitada sólo por “kirchneristas”.
Nicolas Wiñazky, colaborador habitual de Jorge Lanata, se entusiasma con el “preso que puede hablar” y ratificar al menos una mínima parte de las acusaciones del multimedios contra el Vicepresidente. En realidad, no aporta datos relevantes sino que se limita a arengarlo para que replique lo que sostiene el diario, mientras da por probados los delitos que le imputa la prensa hegemónica, diferentes a los que dieron lugar a su pedido de captura.
“¿Hablará Vandenbroele? ¿El acusado de ser el testaferro de Boudou le confesará a la Justicia de Uruguay o a la de Argentina quién era su verdadero jefe cuando dirigía la imprenta de billetes Ciccone Calcográfica?”, se pregunta. Y luego afirma, sin sustento testimonial alguno: “El ex director de esa empresa gráfica analizó la posibilidad de ‘abrirse‘ del vice cuando algunos de sus allegados -con vínculos con la prensa- le sugirieron que use todo lo que sabe en defensa propia si se siente acorralado por fiscales y jueces”.
Por todo lo anterior, “Alejandro Paul Vandenbroele es un preso que inquieta al poder. Ocupó un cargo de alta jerarquía en el esquema de negocios K. Sus jefes eran Amado Rubén Boudou y su socio, el millonario repentino José María Núñez Carmona”. Nada de todo lo anterior se encuentra acreditado en la Justicia, ni está relacionado con el pedido de la Justicia uruguaya. Se trata, en suma, de una nueva ofensiva periodística contra el Gobierno Nacional.