La historia de Sri Lanka, que vivió una guerra civil entre la mayoría cingalesa y la minoría tamil de Sri Lanka que finalizó en 2009, con el aplastamiento de la rebelión de los Tigres Tamiles, sirvió al papa para afirmar que es «una tragedia constante en nuestro mundo que tantas comunidades estén en guerra entre sí».
Ahora, recordó el papa, en el país, se «trata de consolidar la paz y de curar las heridas», aunque «no es tarea fácil superar el amargo legado de injusticias, hostilidad y desconfianza que dejó el conflicto».
Para el proceso de recuperación de Sri Lanka, Francisco aconsejó «la búsqueda de la verdad», aunque, precisó, «no con el fin de abrir viejas heridas, sino más bien como un medio necesario para promover la justicia, la recuperación y la unidad».
En este proceso para consolidar la paz «los creyentes de las diversas tradiciones religiosas tienen un papel esencial», opinó. En Sri Lanka conviven budistas, que es la religión mayoritaria con el 70% de la población, el 12,6% son hinduistas, el 9,7% musulmanes y el 7% católicos.
Pero para que el proceso de reconciliación tenga éxito, continuó Francisco, «todos los miembros de la sociedad deben trabajar juntos y tener voz». «Todos han de sentirse libres de expresar sus inquietudes, sus necesidades, sus aspiraciones y sus temores y «aceptarse mutuamente, a respetar las legítimas diferencias y aprender a vivir como una única familia», agregó.
Y así, «la diversidad ya no se verá como una amenaza, sino como una fuente de enriquecimiento», señaló.
El papa Francisco permanecerá hasta el 15 de enero en Sri Lanka, fecha en que tiene previsto viajar a Filipinas.