La Madre de Plaza de Mayo, Adelina Alaye, dio a conocer esta noche su libro «La marca de la infamia. Asesinatos, complicidad e inhumaciones en el cementerio de La Plata”, en vísperas de la conmemoración del Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas.
Lo hizo en el Rectorado de la Universidad Nacional de La Plata junto a la decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Florencia Saintout; el defensor penal juvenil, Julián Axat; la directora general de DD.HH. de la UNLP, Verónica Cruz; y el director nacional de Formación de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, Matías Moreno.
“La marca de la infamia” devela los entierros e inhumaciones irregulares de cuerpos de desaparecidos ingresados como N.N. al Cementerio de La Plata durante la última dictadura cívico-militar.
“Este libro aparece como un documento insoslayable que debería circular en muchas carrearas de nuestra Universidad porque demuestra cómo se utilizó el Cementerio para legalizar el horror, cómo el saber estuvo al servicio del exterminio”, dijo Saintout.
La decana y concejala platense agregó que “nadie puede imaginar el dolor” de Adelina, pero “sin embargo ella buscó los documentos que guiaron el camino hacia la oscuridad y produjo un nuevo documento que tiene que ver con la esperanza colectiva”.
La Madre de Plaza de Mayo comentó que recolectó el material para “mostrárselo a mi hijo cuando volviera, para que sepa todo lo que lo buscamos”.
El libro “demuestra con documentos originales y copiados que los médicos policiales de la época de la dictadura -muchos de los cuales aún siguen ejerciendo- fueron uno de los eslabones más importantes para que se ocultara y para que tuvieran inmunidad los asesinos genocidas”, detalló.
“Entre marzo y julio de 1976 en el Cementerio de La Plata no reglamentaron cómo iban a sepultar a los asesinados que producía la dictadura. Y ahí todos los médicos empezaron a firmar cuando les llevaban cadáveres con tiros en la cabeza –continuó Alaye-. Todo eso lo documenté en 1998 cuando empezó el Juicio por la Verdad. Llevé 200 certificados NN, copias del documento del cementerio donde están las inhumaciones. En este libro hay 50 páginas sobre las inhumaciones. Hay días que llevaban 5 muertos, otros 2”.
Precisó que los militares “buscaron la forma de ocultar a la sociedad lo que estaban haciendo. No sabemos cómo fueron las sepulturas de marzo a julio. Ellos una vez al mes hacían figurar un enfrentamiento, en que había sólo muertos de un lado y siempre con un tiro en la cabeza. ¡Les tendrían que dar un premio por la puntería!”.
“Con este libro, queda visible para la totalidad de los habitantes. Si después de leerlo alguien puede decir que aquí hubo una guerra sucia, esa persona o es un cómplice o es un asesino. No hay otra denominación”, finalizó.
Julián Axat, coordinador del Programa de Acceso Comunitario a la Justicia de la Procuración General de la Nación, sostuvo que el trabajo de Alaye “marca un antes y un después en testimonios de complicidad civil médica de la dictadura. Es una obra inevitable en la temática de Derechos Humanos”.
“Hay que valorar, además, que lo llevó a cabo una Madre de La Plata y no un especialista”, dijo y añadió que “el libro ilumina un lugar sobre una técnica que utiliza la burocracia del terrorismo de Estado”.
“Adelina actuó casi como una detective, encontró certificados de defunción falsos, hizo un gran archivo para consulta de cualquier juez. Debería ser un libro obligatorio para la ética médica. La medicina lamentablemente está también vinculada a la masacre. Después de leerlo ningún médico se puede hacer el boludo. Muestra con nombre y apellido los médicos responsables en la dictadura que siguen trabajando y que tienen alto status social”, concluyó.