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Por Germán Celesia / El lunes 23, el título central de Clarín fue: “Ya están negociando con bancos y buitres para evitar el default”. El martes: “El Gobierno pidió al juez una cautelar para evitar el default”. Y ayer: “Dramático pedido de Kicillof al juez para no caer en default”. El diario quería presentar al Gobierno argentino desesperado por no caer en un destino que presentaba como ineludible. La supuesta inevitabilidad de la cesación de pagos se había transformado en una suerte de “verdad revelada”. Pero ayer el Gobierno nacional una vez más contradijo el “relato” mediático y depositó el dinero necesario para abonar en tiempo y forma los bonos de deuda emitidos en los canjes de 2005 y 2010. La respuesta de la prensa opositora – en especial Clarín – no fue la crítica sino la descalificación, el insulto y la acusación infundada.
Según Clarín, el depósito del dinero destinado al pago a los bonistas es “una jugada fuerte que acelera los tiempos”, pero además “la estrategia oficial consiste en echarle la culpa a Griesa”, según sostiene Marcela Pagano, reduciendo todo a una cuestión de “culpas” y sin analizar el sentido profundo de las decisiones de los representantes del Estado argentino. Ricardo Kirschbaum ahonda en ese sentido: “Kicillof y el Gobierno podrán descargarse contra el juez y contra la Justicia de EE.UU. Lo hacen pensando en la política doméstica, que es la que guía los pasos de Cristina y los suyos. Sin embargo, hay errores que no se deberían cometer, como agitar en diarios extranjeros, con la firma de la Presidencia, que la demanda podría alcanzar los 135.000 millones de dólares. Esa admisión oficial, dicen diplomáticos y expertos, puede ser considerada como prueba por la Justicia americana de lo que la Argentina dejó de pagar”, sostiene el columnista.
Marcelo Bonelli, una de las caras visibles del Grupo Clarín, se reserva para sí toda clase de exabruptos contra la administración local. “El Gobierno juega con fuego el borde de otro default”, titula su artículo. Allí sostiene, sin evidencia empírica, una tesis temeraria: “Los giros bruscos de posiciones que ha exhibido Kicillof ante la crisis con los holdouts trajeron réditos a financistas con acceso a confidencias oficiales, e incertidumbre a todo el país”. Es decir, sugiere que el funcionario, habría facilitado información para que especuladores financieros hicieran negocios mientras sostenía un discurso ante la ONU que el propio Bonelli descalifica por tratarse de un “relato épico” al que niega vinculación con esa “realidad” que el columnista dice haber captado en su verdadera esencia.
Según Bonelli, el pago a los acreedores en situación regular fue un “desacato” de la Argentina al fallo de la Justicia de los Estados Unidos”, el cual “tuvo una sola intención: responsabilizar a Thomas Griesa del nuevo default que afectaría a la economía argentina” – según se entusiasma –“deterioraría aún más las variables productivas y sociales”.
Según el hombre de Clarín, “así, el Gobierno de Cristina intenta ubicarse como víctima política de un complot internacional y ocultar la responsabilidad de la Casa Rosada por la sucesión de serios errores estratégicos, displicencia y ausencia de profesionalismo en la negociación que lleva a la Argentina a una nueva crisis externa”. No está de más recordar que el propio Bonelli fue firme defensor el proceso de reestructuración de deuda conocido como “megacanje”, que al contrario de lo sucedido en 2005 y 2010 implicó un incremento sustancial del endeudamiento externo y un jugoso negocio para los agentes financieros intervinientes.
Según el columnista, estaría justificada una decisión contraria a los intereses nacionales por las palabras de la Presidenta. “La dura postura de la Casa Rosada justificó la réplica de Thomas Griesa, un juez que pretende cobrarse los desplantes de Cristina”. Además, “Kicillof intentó darle un tono épico a sus planteos”.
Bonelli habla de una supuesta “desorientación oficial” y “ausencia de un plan B”, además de “barquinazos que protagonizó la Presidenta buscando una estrategia tras la decisión de la Corte norteamericana” y “doble giro de 180 grados” que “abrió también la puerta desde el Palacio de Hacienda a jugosos negocios financieros con bonos argentinos”.
Según acusa, sin ningún testimonio que lo avale, “entre los banqueros se sostiene que la información confidencial sobre los abruptos giros de Kicillof fue utilizada por inversores para hacer suculentas utilidades financieras en estas acaloradas jornadas financieras. Las decisiones generaron subas y bajas en los títulos que fueron aprovechadas por fondos de inversión con fluidos contactos con el Palacio de Hacienda. También de esas operaciones habrían sacado provecho bancos de inversión, que después aparecieron llevando supuestas propuestas salvadoras al Gobierno”. Es decir, imputa al Ministro de Economía, sin elementos de prueba, haber cometido hechos ilícitos y “generado cortocircuitos con Juan Carlos Fábrega, quien censuró internamente la transmisión de información confidencial, que después permitió que banqueros y financistas aumenten sus utilidades”. Luego Bonelli abunda en esa acusación y vuelve a redundar en la supuesta existencia de “innumerables errores en la estrategia del Gobierno” y de una supuesta “improvisación” o acción “poco profesional”, de “traspié”.
Para La Nación, el Gobierno “desafía a Griesa” en un “sorpresivo giro” al realizar el pago a los bonistas. Según Florencia Donovan, “el texto que leyó Kicillof es poco claro y dio lugar a diversas interpretaciones”. Carlos Pagni ahonda en esa presunción y califica de “peripecia” la medida tomada por el gobierno. “Cristina Kirchner agregó ayer confusión”, coincide. Luego afirma: “Las consecuencias de esta decisión todavía son inciertas”. Según Pagni, “las señales de falta de profesionalismo se multiplican. El comunicado de ayer estaba plagado de desaciertos conceptuales y de errores gramaticales, lo que lleva a pensar que el Gobierno resolvió prescindir de abogados competentes. Si ése es el horizonte, Cristina Kirchner puso proa hacia el corazón de la tormenta”, ya que, según Martín Kanenguiser, “los holdouts pidieron embargar los fondos”. No obstante, “se prefirió avanzar y correr los riesgos de una acción judicial”, sostiene Mariano Obarrio.
Según Pablo Fernández Blanco, “en la City algunos ayer especulaban con que, desde la mirada oficial, el pago a todos los holdouts por una vía tan heterodoxa podría tratarse del precio justo para cerrar la novela de la deuda, pagándoles lo que piden pero sin que lo parezca, un camino para sostener el discurso kirchnerista con parches, pero sin recaer en el denostad
o default”.
La expresión inglesa vuelve a aparecer en uno de los diarios económicos: “El Gobierno paga deuda en Nueva York sin acuerdo de Griesa y vuelve el temor al default”, afirma el Cronista. Mientras tanto, afirma Ambito: “Anunció Gobierno pago de la deuda; juez Griesa llamó a audiencia hoy”. Luego el diario que fundara Julio Ramos analiza diversos aspectos de la medida. Habla de un eventual “traslado de la culpa a N. York por el no pago”. Anuncia una “etapa de guerrilla judicial” y anticipa que habrá “bancos en problemas” por la decisión que tome hoy el juez.