“Mi querida Clarita, aquí estás en los brazos de tu mamá Diana”, explica María Isabel “Chicha” Chorobick de Mariani en la red social Facebook a su nieta Clara Anahí.
Debajo de esas líneas, la Abuela de Plaza de Mayo subió dos fotos donde se ve a su nuera, Diana Teruggi, con la beba que poco después sería apropiada por los represores de la última dictadura cívico militar.
“Vos tenías poquito más de un meses. Tan solo dos meses después ella dio su vida protegiéndote de aquellos que la asesinaron. Te entregaron a otra familia diciéndote que tus padres te habían abandonado. ¡Es mentira! No te creas esa gran farsa porque fuiste y sos tan amada por toda tu familia como desde el día en que naciste”, dice “Chicha”.
Luego le recuerda a su nieta que “en agosto cumplirás 38 años, aunque seguramente en tu documento no diga lo mismo. Te quiero decir que no pierdo, en ningún momento, la esperanza de que vengas a mí para volver a abrazarnos como lo hacíamos”.
Y finaliza: Aunque no me creas cuando eras esas beba, entre balbuceos y gestos, tuvimos lindísimas charlas juntas. Deseo imperiosamente poderlas continuar porque tenemos tanto que contarnos mi amor!!”.
El 24 de noviembre de 1976 fuerzas militares y policiales atacaron la vivienda de Diana Teruggi y Daniel Mariani, ubicada en las calles 30 entre 55 y 56 de La Plata.
En el lugar fue asesinada Diana junto a cuatro compañeros de militancia: Juan Carlos Peiris, Daniel Mendiburu Elicabe, Roberto Porfirio y Alberto Bossio.
Ella fue acribillada por la espalda y cayó cubriendo con su cuerpo a su pequeña hija Clara Anahí. Los represores secuestraron a la beba, que hasta el momento no pudo ser recuperada.
Daniel Mariani, que no estaba en la propiedad al momento del ataque, fue asesinado en agosto de 1977.
En la casa, declarada Sitio de Memoria del Terrorismo de Estado, funcionaba una imprenta que publicaba la revista «Evita Montonera», donde se denunciaron por primera vez las desapariciones de personas, los «vuelos de la muerte» y la existencia de centros clandestinos de detención.
La propiedad exhibe hoy en su frente varios orificios de bala que impactaron durante el ataque de las fuerzas conjuntas de la dictadura y un enorme boquete provocado por un proyectil de tanqueta que atravesó esa pared y otra del interior, revelando la saña empleada por los represores.