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«En el interés de la ley y el orden, asumimos los poderes. Permanezcan en calma y continúen con sus quehaceres diarios», anunció en televisión el jefe del Ejército Prayuth Chan-Ocha. El máximo responsable militar del país indicó que el objetivo es impedir más muertes y una escalada del conflicto.
Prayuth realizó el anuncio luego de que se celebrase sin éxito una segunda reunión entre representantes del gobierno, la oposición y líderes de los manifestantes en el Club del Ejército. Canceló la reunión después de dos horas negociando sin resultados y los soldados se llevaron a todos los asistentes a las dependencias del Primer Regimiento de Infantería, excepto a los miembros del Senado y la Comisión Electoral.
Los soldados trasladaron en furgones del ejército a Chaikasem Nitisiri, titular de Justicia, así como a los cabecillas de las manifestaciones y de los partidos políticos hasta las dependencias del Primer Regimiento de Infantería. El Ejército se otorgó el papel de mediador tras declarar el martes la ley marcial en todo el país para prevenir un estallido de violencia luego de ocho meses de protestas antigubernamentales que causaron 28 muertos y centenares de heridos.
Tailandia arrastra una grave crisis desde el golpe de Estado que derrocó en 2006 al ex primer ministro Thaksin Shinawatra, del partido Pue Thai, y a quien sus detractores acusan de dirigir el gobierno desde el exilio.
Yingluck Shinawatra, hermana de Thaksin, estuvo al frente del gobierno hasta el 7 de mayo cuando el Tribunal Constitucional la destituyó por «vulnerar la Constitución» y fue sustituida por Niwattumrong Boonsongpaisa, ministro de Comercio en funciones. Ante las protestas, la ex primera ministra convocó a elecciones pero fueron boicoteadas por los manifestantes antigubernamentales.
Los opositores exigen una reforma del sistema político, que consideran corrupto, y proponen la creación de un consejo no electo para llevar a cabo cambios antes de celebrar elecciones. Lo cierto es que dieron por sentado que el Pue Thai se alzaría con un nuevo triunfo electoral y por eso no quisieron dirimir el conflicto en las urnas.
El gobierno de los hermanos Thaksin se ganó la simpatía de los sectores pobres y rurales de Tailandia gracias a políticas como la universalización de la salud pública, la entrega de microcréditos a pequeños productores y campesinos, y la compra por parte del Estado del arroz a un precio mayor al del mercado luego de desastres naturales.
Los camisas rojas, seguidores de Thaksin y de Yingluck, amenazaron con elevar sus protestas en Bangkok si el Ejército tomaba el poder y caía el gobierno interino, recordó la agencia de noticias EFE. Con este, los militares urdieron 19 intentos golpistas, 12 de ellos con éxito, desde que acabó la monarquía absolutista en 1932.