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Ucrania lanzó un sangriento asalto contra los separatistas de Slaviansk, el bastión de los rebeldes prorrusos en el este del país. La maniobra fue, inmediatamente denunciada por Vladimir Putin como un «crimen» que tendrá «consecuencias». Los enfrentamientos entre tropas ucranianas y separatistas en Slaviansk «dejaron hasta cinco muertos» entre los insurgentes y un soldado ucraniano resultó herido, informó el ministerio del Interior en Kiev.
«Si el régimen de Kiev ha empezado a utilizar el Ejército contra la población dentro de su territorio, entonces eso es sin duda alguna un crimen muy grave», señaló Putin desde San Petersburgo en declaraciones recogidas por la agencia Interfax.
En marzo el mandatario solicitó al Parlamento de su país poderes extraordinarios para una misión militar en Ucrania, oficialmente para la protección de los rusos que residen allí. El jueves pasado dijo que esperaba no tener que hacer uso de esa autorización.
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov, llamó a Estados Unidos a intervenir para calmar al gobierno de Kiev. «El empleo del Ejército, con el respaldo de nacionalistas radicales, contra el pueblo es una forma de violencia absolutamente inaceptable, aun más, considero que se trata de una decisión criminal», dijo Lavrov.
En respuesta a la operación militar lanzada por las autoridades de Kiev contra los separatistas, el ejército ruso lanzó nuevas maniobras en la frontera con Ucrania. El ejercicio incluye también vuelos de reconocimiento para comprobar la situación en la frontera de Rusia y Ucrania.
El ministro de Defensa ruso, Serguei Shoigu, insistió en que la situación en territorio ucraniano es preocupante, donde 11.000 hombres de las fuerzas del gobierno de Kiev intervienen contra «la población pacífica». «Si no se frena hoy esta máquina de guerra, ello llevará a una mayor cifra de muertos y heridos», señaló.