Este martes comenzaron las indagatorias por el caso de Maximiliano Díaz Subils, un joven de 20 años que falleció en la Comisaría 6ta de Tolosa. Hasta el 30 de abril declararán los cuatro médicos y cinco policías bonaerenses imputados.
El hecho ocurrió el 19 de febrero de 2006 en un calabozo de esa seccional, donde Díaz Sublís agonizó por más de 14 horas.
“En un comienzo esta causa fue orientada hacia la mala praxis, como si se hubiera tratado de un mal diagnóstico, cuando en realidad había elementos más que suficientes para involucrar a funcionarios policiales y al médico que se negó a prestarle atención a Maximiliano antes de morir”, explicó a AgePeBA Fabio Villarruel, abogado de la Asociación Miguel Bru.
Villaruel agregó que si bien “hace 8 años que venimos peleando”, ahora “nuestras expectativas han mejorado sustancialmente a partir de la convocatoria a las audiencias, que son auspiciosas”.
La investigación actualmente está a cargo del fiscal Alejandro Marchet, quien imputó y llamó a declarar a tres médicas por homicidio culposo y a otro profesional del hospital San Roque. En tanto, tres efectivos de la Bonaerense fueron acusados de abandono de persona seguido de muerte, otro por falsificación ideológica y encubrimiento, y el quinto por coacción agravada.
“El caso de Maximiliano es paradigmático porque da cuenta de la lamentable situación en la que se hallan las personas presas. El joven termina siendo noticia, básicamente, porque encuentra la muerte, pero sus compañeros de cautiverio, que fueron sometidos a análisis médicos tras la autopsia, también presentaban patologías sin atender”, señaló el abogado.
El 14 de febrero de 2006, Díaz Subils pidió que lo llevaran a un médico porque no podía respirar. Recién cuatro días después lo llevaron al Hospital Gutiérrez de La Plata. La médica de guardia le diagnosticó un problema muscular y le hizo tomar un derivado de la penicilina. De regreso a la comisaría tuvo un brote alérgico y fue trasladado nuevamente, esta vez al Hospital de Gonnet.
El joven padecía en realidad una infección pulmonar y era alérgico a la medicación que le recetaron. El 18, al sentirse cada vez peor, pidió nuevamente que lo viera un médico. Antes del mediodía lo llevaron a Gonnet y la médica le detectó por fin una neumonía.
De regreso al calabozo, su estado se agravó y después de mucho reclamar, los detenidos lograron que lo llevaran otra vez al hospital, donde el médico de guardia se negó a recibirlo con el argumento de que todo lo que tenía eran “mañas” y que lo que pretendía era quedarse en el centro de salud porque tenía problemas con el resto de los detenidos.
Según denunció la Asociación Miguel Bru, antes de ser encerrado nuevamente en su celda, Maximiliano fue amenazado por personal policial: “Si seguís jodiendo con ir al médico te hacemos trasladar a un penal…”, le dijeron. Incluso habría sido golpeado en las costillas y los testículos, de acuerdo a las lesiones que reveló la autopsia.
Mientras agonizaba, Maxi le rogó al resto de los detenidos que no pidieran por él, ya que tenía pánico de que lo trasladen a un penal. Su calvario terminó sobre una frazada en la que otros detenidos lo sacaron al patio de la Comisaría, morado, hinchado, con el cuerpo impregnado de manchas, vomitado e inerte.