Por José Luis Ponsico / Europa vivía todavía las dramáticas consecuencias de la Segunda Guerra Mundial -el saldo estimado en vidas fue de unos 45 millones de muertos- y el mundo entraba en un ciclo de fuertes confrontaciones sistémicas, sin olvidarse que el Hombre usaba por primera vez el conocimiento científico en energía nuclear como arma de exterminio masivo, pues el 6 y el 9 de agosto de 1945, Harry Truman, presidente de Estados Unidos, había ordenado los ataques Hiroshima y Nagasaki.
En Argentina, y siendo secretario de Trabajo y Previsión, en 1944 Perón ya había promovido el Consejo Nacional de Post Guerra. El organismo estratégico contaba una veintena de referentes académicos, científicos, técnicos, y empresarios.
En 1949, Perón tenía 54 años y viajó en ferrocarril a Mendoza, acompañado por Evita, el vicepresidente Hortensio Quijano y todos los integrantes del gabinete nacional. Su llegada a la ciudad cuyana provocó una “apoteosis popular”, dirían las crónicas de la época.
En el cierre de aquél Congreso, Perón habló por primera vez de «la urgencia de promover un “Hombre Nuevo” y planteó “el grado ético que debe alcanzar el pueblo cuando imprime su acción hacia el progreso; haciéndolo en orden y uso feliz de la libertad».
En ese contexto, el mandatario argentino puso en marcha la idea de compilar en libros de texto, de naturaleza doctrinaria, la edición de «La comunidad organizada», basada en las conclusiones del cónclave filosófico.
Entre 1950 y 1970, Perón publicó 20 libros, entre ellos «Manual de conducción política», «La fuerza el derecho de las bestias», «La hora de los pueblos» y «Los vendepatria», entre 1957 y ‘59, en el exilio.
«El destino me ha convertido en un hombre público», comenzó diciendo Perón en la clausura del Congreso. “En este nuevo oficio -aludía a su condición de pensador doctrinario- agradezco cuanto nos ha sido posible incursionar en el campo de la filosofía», subrayó.
Habló de la cultura griega. «Los hombres venidos a éste mundo. Unos buscan la gloria, otros sólo los bienes materiales; a veces un pequeño círculo se dedica a estudiar, a contemplar el universo, lo que rodea a todos los individuos; al estudio de la naturaleza de las cosas; ésos son los filósofos», puntualizó.
Perón remitió a Juan Jacobo Rousseau y a su “Contrato Social” para aludir a la sociedad como comunidad de intereses, formuló una crítica del mundo político dividido en bloques, vaticinando la guerra fría y aportando los fundamentos de la denominada “tercera posición”, en clave de proceso de liberación nacional; y planteó que «la clase trabajadora, tomando conciencia de su rol, debía lanzarse a la acción política, organizada».