“La Policía Bonaerense es administradora del delito y ejerce un rol de control social sobre ciertos sectores a los que se intenta presentar como causa de los problemas de ‘inseguridad’, de narco-criminalidad, entre otros, cuando en realidad son el último eslabón de la cadena”, explicó Leonardo Rebolino a esta agencia.
El integrante de la Campaña Nacional contra la Violencia Institucional consideró que, a 30 años de la recuperación de la democracia, se debe cortar de una vez por todas la “continuidad” con la Maldita Policía de la dictadura cívico militar, por lo que se hace necesario “una reforma integral” de la fuerza.
La Masacre de La Cárcova, en José León Suárez, es un caso testigo que hay que seguir de cerca para tener un panorama de la dimensión del problema.
En el caso son juzgados dos policías Gustavo Sebastián Rey y Gustavo Ezequiel Vega. El primero está imputado por el crimen de Franco Almirón y Mauricio Ramos, mientras que al segundo se lo acusa de tentativa de homicidio contra Joaquín Romero, sobreviviente de la represión del 3 de febrero de 2011.
En las últimas audiencias del juicio, que comenzó el pasado 20 de febrero, declaró el ex jefe de la Departamental San Martín, Mario Briceño. Durante su testimonio, descartó cualquier uso de balas de plomo por parte de los efectivos del operativo, a pesar de reconocer la existencia de cartuchos de guerra dentro de los patrulleros. El destituido jefe policial buscó de esta forma llevar la causa hacia el lado del “gatillo fácil”.
“Éste no es un caso de gatillo fácil, es un caso de represión y muerte. Si en un operativo se usan balas de plomo, evidentemente alguien va a morir o a resultar gravemente herido”, señaló Rebolino.
Además, dijo que una vez que se determinen las responsabilidades de los policías acusados, es importante avanzar sobre los altos mandos y los responsables políticos del crimen de Almirón y Ramos.
De hecho, los abogados de la Campaña Nacional contra la Violencia Institucional ya realizaron una denuncia para que se inicie una segunda causa relacionada con la Masacre de La Cárcova.
No obstante, Rebolino aclaró que no será una tarea sencilla porque “la justicia está al servicio de los intereses de los poderosos y muy lejos de los intereses de las clases populares, que son las que más sufren las injusticias”.
“Hay miles de muertes en los barrios populares”, dijo y apuntó contra los grandes medios de comunicación que preparan el terreno: “Con una construcción estigmatizante es más fácil disparar”.