Verónica Bogliano declaró que cuando secuestraron a sus padres «se llevaron todo, hasta las canillas, no dejaron nada, ni siquiera las fotos de la familia».
«Entraron de noche a casa y después de golpear a mi madre y mi padre, la patota se dedicó a robar todo lo de valor, pero también se llevaron las canillas de la casa, la fotos y chucherías», dijo la testigo a los jueces del Tribunal Oral Federal Uno de La Plata, que juzga los delitos cometidos en el centro clandestino de detención La Cacha.
Bogliano contó que después del secuestro de sus padres «las mismas personas que se los llevaron nos entregaron a mi hermana y a mí a mi abuela, Delia Cendagorta de Bogliano, en su casa de City Bell».
«En ese momento le dijeron a la abuela que no se preocupara por mis padres porque estaban bien, aunque los vecinos que me contaron los vieron muy golpeados cuando los sacaba de las casa», relató la testigo.
Agregó que «él `están bien` fue una respuesta recurrente y perversa que siempre se le dio a la familia cuando hicieron gestiones en todos lados para encontrarlos».
Bogliano manifestó que su madre, cuando estaba secuestrada, «fue dada de baja en el trabajo por ausencia».
María Susana Leiva tenía 32 años cuando la secuestraron el 12 de agosto de 1977, en su casa, junto a dos compañeros y su pareja, Adrián Claudio Bogliano, de 28 años. Sus restos fueron restituidos en 2010.