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Por José Luis Ponsico / Carlos Bianchi y Ramón Díaz, el primero entre 1968/84, el segundo 1978/94, una década más tarde, completaron ciclos inolvidables como goleadores. Vélez Sarsfield y el fútbol francés el Virrey. En tanto, River, fútbol italiano y del Principado de Mónaco, para el Pelado Díaz. Entre ambos, unos 500 goles oficiales.
El sábado por la noche, Boca terminó con Emanuel Gigliotti, un «faro» aislado. Por su parte River jugó 50 minutos con un jugador más -para Ramón Díaz el ex Racing y Estudiantes, Gabriel Mercado central jugando como «stopper» sobre banda derecha es irremplazable- careció de ideas.
Boca tuvo quince minutos de fútbol, con la presión de los defensores y mediocampistas. Más, la habilidad del pibe Luciano Acosta -18 años, Bianchi lo extrajo de la Cuarta- en su debut. La expulsión de Daniel Díaz -exceso verbal de un experimentado que pasó por la selección- dejó al Xeneixe con diez y Bianchi sacó al bisoño Acosta, 1.60 estatura y 61 kilos. El mejor.
Cuando Ramón Díaz puso a Daniel Keko Villalva otro chiquito habilidoso, salió Teófilo Gutiérrez, delantero de punta. Se esperaba un cambio algo más audaz. Sobraban volantes y media puntas. Juan Manuel Martínez y Juan Sánchez Miño, dos jugadores de buen manejo fueron delanteros en algunos pasajes. También bajaron para ayudar en defensa. Boca, con un jugador menos, se aferró al empate.
Carlos Carbonero y Leonel Vangioni pocas veces pudieron por sus bandas. El ex Newell´s se fue lesionado. Las subidas de Leonardo Ponzio sirvieron poco. Mejor Fernando Gago. Hasta pudo convertir.
Aquella vez, Angel Labruna -«Perico» Raimondo debutaba- no sólo no hizo retroceder. River se puso en ventaja con diez, jugada de Norberto Alonso por derecha y zurdazo arriba a Rubén Sanchez. Con el 2-1 favorable ingresó un joven Reinaldo Merlo y salió Pedro González para compensar el medio. Una ironía: Boca empató, gol de Alberto Tarantini cuando River había completado defensa.
Los tres goleadores, todos con un lugar en la historia grande, pero la audacia de Labruna -un par de años menos que Bianchi, ahora y un par más que Ramón- terminó 18 años de frustraciones.