.
Todo comenzó el domingo 22 de diciembre a las 18, en la casa en la que Cruz, de 36 años, vive con su pareja Yésica González, de 26, en la calle Pico 248 del barrio San Calán de ese partido bonaerense.
El hijo que Sergio tiene con su ex esposa, Sebastián, de 18 años, había ido a saludar a la familia por la víspera navideña. Poco después de que hicieran un brindis, su padre salió a la calle con su pareja y comenzaron a discutir en la vereda, informó Tiempo Argentino
En ese momento, pasaba por la cuadra una patrulla de la Comisaría 2ª, conducida por el teniente Osvaldo Noy y el sargento Martín Gaitán, quienes al advertir la disputa doméstica, se detuvieron a observar la escena.
Cuando Sebastián decidió retirarse de la casa de su padre, los policías le cortaron el paso y comenzaron a darle palazos en la espalda. Sergio y Yésica intentaron defenderlo pero también fueron brutalmente golpeados por los efectivos.
Los vecinos, al ver la agresión, repudiaron el accionar policial a pedradas, rompiendo la patrulla. Ese momento de confusión fue aprovechado por Sergio, quien logró abordar su camioneta y partió rumbo a la localidad de Don Torcuato.
Los agentes se subieron al móvil dañado y comenzaron una intensa persecución a los tiros, de unas 20 cuadras, hasta que el metalúrgico descendió en la casa de su ex pareja en la calle Camacuá al 1125 del barrio Estrada. Al llegar allí, los efectivos ingresaron en la vivienda y lo arrestaron. Los vecinos de ese barrio de la zona de Don Torcuato también repudiaron el accionar policial y fueron hasta la puerta de la comisaría a quejarse.
Sergio fue llevado a la Comisaría 2ª de Los Polvorines, donde denunció que fue sometido a apremios ilegales y torturas por los agentes de la seccional.
«Cuando fuimos a la comisaría escuchamos cómo gritaba Sergio, le dijimos al oficial que por favor dejaran de golpearlo, y nos respondió, que si todavía gritaba era porque estaba vivo», dijo Yésica.
Durante los seis días que duró su cautiverio –fue liberado el sábado 28– los vecinos se manifestaron reclamando su libertad, pero fue inútil. Al obrero le quebraron un brazo y le provocaron hematomas en todo el cuerpo y la cabeza.
«No puede ser que la policía entre a los tiros a las viviendas porque viene persiguiendo a un obrero metalúrgico que discutió con su esposa, si ni siquiera portaba un arma. La policía está enojada con Sergio porque los vecinos le rompimos el patrullero», opinó indignado un vecino