Por José Luis Ponsico / Según Carlos Bilardo, 74 años, en primera fila cuando la selección visitó a Su Santidad con Lionel Messi, abanderado, hace tres meses, «el Papa vivía cerca del predio hoy jurisdicción de la comunidad coreana, en las proximidades del club de rugby Daom, en Castañares y Carabobo; allí había siete canchitas de fútbol».
José Francisco Sanfilippo, 78 años, afirmó que «los potreros del Bajo Flores dieron origen a varios futbolistas de la selección. Los hermanos José y Emilio Varacka jugaban en los baldíos que estaban no muy lejos del actual Nuevo Gasómetro», describió.
«Oscar Rossi, crack de Huracán y compañero mío en San Lorenzo y la selección, nacido en Flores», abundó “el Nene», al recordar con afecto al notable «Coco» Rossi, “Rey del caño”.
«El lugar tuvo a Alfredo Di Stéfano, nacido en Barracas, pero su familia se trasladó al barrio nuestro en los´40. Jugaba en inferiores de River y su velocidad llamaba la atención. Más chico, Rogelio Domínguez, uno de los arqueros de la historia. Llevado por el Real Madrid en el ´57», relató José Varacka, 81 años.
Y con humor se acordó que un episodio del Bajo Flores marcó un «antes» y un «después» en su vida. «¿Por qué me pusieron ‘Puchero’? A los 16 años trabajaba en una fábrica de churros y comía a escondidas. El dueño espiaba y me decía ‘comé puchero en tu casa; no los churros aquí’»
«Cuando fui a probarme a Independiente, en el ´49, tuve un buen partido. Habían ido varios de la fábrica de churros, compañeros de trabajo. En la cancha auxiliar y a los gritos, cada vez que intervenía gritaban ¡Grande, Puchero… !. Y quedó así». En el recuerdo de Varacka.