Por Carlos López / Orlando “Peti” Ramos fue compañero durante décadas del ex presidente Héctor Cámpora, y quien lo ayudó a ocultarse antes de refugiarse en la embajada de México, tras el golpe militar del 24 de marzo de 1976, recuerda con orgullo sus días de militancia peronista que se vieron oscurecidos cuando estuvo preso durante un la última dictadura cívico-militar. La política argentina ha tenido y tiene “buenos hombres”, entre los cuales ubicó al vicegobernador, Gabriel Mariotto.
En este sentido, dijo “me gusta el trabajo que realiza Mariotto, me gusta mucho el grupo que tiene, con gente que se maneja muy bien, algo que en la política es muy importante”.
“Es el Vicegobernador del kirchnerismo y fue quien sacó la Ley de Medios, y por estas cuestiones siento que tiene muchas condiciones para hacer mucho en la política argentina”, afirmó Ramos en torno a la figura de presidente del Senado bonaerense.
A su vez, reconoció el acto en el Teatro Argentino del pasado jueves con los ex gobernadores y vicegobernadores por el festejo de los 30 años de democracia, organizado por la titularidad de la Cámara Alta: “Mariotto demostró en el teatro, ante mucha gente, que tiene las condiciones y es un dirigente joven que realiza un trabajo serio”.
También se refirió a los cambios en el gabinete nacional, los que aseguró que esperaba que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner los hiciera, y particularmente sostuvo que el nuevo jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, “es alguien trabajador, que va a andar muy bien”.
A sus 79 años, “Peti” recordó con mucha emoción que Cámpora: “en 17 años fue el único que pudo traer a Perón a la Argentina, y esas son cosas que no tenemos que olvidar”.
Ramos fue uno de los hombres que ayudó a Cámpora durante 1976, cuando escapó hacia Santa Fe luego de iniciada la dictadura el 24 de marzo, momento en el que los militares llegaron a tirotear su casa y el municipio de San Andrés de Giles. Durante diez días, “El Tío” se mantuvo oculto viviendo en hoteles de diferentes ciudades, y luego dos amigos de Ramos lograron ubicarlo en la embajada de México, donde permaneció casi cuatro años, hasta que pudo salir del país, para terminar su vida en Cuernavaca, México.