El poeta peronista Alfredo Carlino conoció a José María Gatica en 1945 en la Federación Argentina de Box. Tenía tan sólo 13 años e incursionaba como aspirante a pugilista. Ese primer encuentro marcó un enfrentamiento que duraría años.
“Yo era adolescente cuando empecé a boxear y él me dijo: ‘Bebé, esto es para machos’. Cometí el error de putearlo, cuando putear era lo más grave que uno podía hacer. Tocar a la madre de alguien era terriblemente repudiado. Y entonces se me vino encima para pegarme y yo me puse en guardia, pero por suerte lo sacaron Mauro Cía y otro boxeador que estaba al lado”, recordó Carlino.
El poeta nunca llegó a enfrentarse en un ring al legendario boxeador, pero los cruces verbales continuaron: “Como yo era estudiante, leía a Shakespeare, me hacía las manos como los tangueros, entonces él decía que yo era puto, y bueno no nos entendimos nunca”.
“Pero antes de su muerte tuve oportunidad de hablar con él y entendí quién era Gatica”, subrayó Carlino.
En este sentido, explicó que “Gatica era amado por toda la gente de abajo, por su ideología peronista, además de ser uno de los más grandes boxeadores de todos los tiempos. Era un virtuoso en el pensar porque tenía la intuición de lo que era la cultura popular sin haber estudiado nada de eso”.
“Era un hombre despreciado por toda la clase media. Las mentiras que dijeron los diarios sobre él no tienen nombre. Lo llamaban “negro”, “analfabeto”, pero convocaba multitudes que lo amaban. Él llenaba el Luna Park permanentemente, con quien peleara, porque simbolizaba la revancha de los pobres. Era un fiel representante de las clases populares”, completó.
Carlino también recordó que “Perón tenía adoración por Gatica” y que fue padrino de su hija, María Eva.
“Mi fama literaria se la debo al libro que hice en su homenaje, ‘Chau Gatica’, que lo presenté con Arturo Jauretche, después con Raúl Scalabrini Ortiz y con Leopoldo Marechal”, enfatizó el creador del mito poético del “Mono” Gatica.
Carlino terminó “Chau Gatica” un mes después de la muerte del ídolo. Había fallecido el 12 de noviembre de 1963, a los 38 años, luego de caer de un colectivo cuando regresaba de la cancha de Independiente.
Chau Mono
Tomabas vino muchacho, tomabas,
groseramente vino,
¡qué feo alcohol, qué feo!
Mas te hubiera valido vender cocaína,
hacer negociados,
ser abogado de las compañías de petróleo.
El médico estaba preocupado con tu alcohol
Una larga noche habitada por tu nostalgia
Justamente a la hora en que Buenos Aires
Advertía de a llantos con su íntimo y fervoroso silencio,
Tu partida.
Cuando todo ya era un tango lento y fatal
Una retorcida memoria que nos hacía daño en el suburbio
Porque era honda la nube que estallaba en el corazón,
Aun más adentro
Cinchando porque sí, porque ¡Dale Mono y tantas cosas!
Lo que no te perdonan son tus pies descalzos
Remontados como un grito,
Una insolencia de los suaves pastos puntanos
Tu falta de respeto con el juez aquel, y en público,
Tus coches, la galera, el ademán.
Porque de ser uno más y el anonimato
Te creció el olvido y con tu trigo fantasmal se te dio por meterte de guapo.
Afiebrado de acontecimientos en el corazón de todos
Porque no podían perdonarte tu corazón ingenuo
Aun niño. La poesía de pájaros demorada en tus ojos,
Tu urgencia por querer ser igual
Toda una subversión humana.
Cómo te iban a perdonar los bandoneones numerosos
Trepados a tus gestos
Las historias de júbilo popular
Iluminadas de fervor y de distancias.
La misión inglesa, el nombre de tu hija, el estrellato
Lo que no te perdonan son tus pies de canillita
El no haber ido a la escuela,
Pero ardiendo siempre como el viento de protagonista
Y esa dramática alucinación
De querer vivir tuteándote con la vida.
Pero no importa, señores, maten la pasión, la calle,
Los gorriones populares.
¡Maten, maten maten!
Ahora ya no serás más José María
Serás un árbol, un tango
El barrio enarbolado
La eternidad, hermano.
Alfredo Carlino.-