Por Ariel Spini / Una vez más, un partido que durante los últimos años sólo y apenas sirve para tratar de «salvar» los torneos, ante la ausencia de consagraciones, de protagonistas, de lo que supo ser el fútbol, salvo las honrosas excepciones que cada fecha dan de sí todo lo que pueden. Justamente entre ellas hace mucho que no están los actores del superclásico.
Tanto el Millonario como el Xeneixe llegaron al encuentro envueltos en un clima supuestamente favorable. Con victorias en su haber, el mal desempeño rondaba expectante desde el horizonte de ambas riberas, desde Núñez y desde La Boca. El mal juego fue la clave para el desarrollo de un trámite de 90 minutos.
Los de Ramón Díaz, sin ideas, sin un eje, sin un generador de juego, fallan a la historia del club; tienen como prioridad a esa tan mala asesora que se llama mezquindad. Pudieron unos días atrás vencer a Lanús gracias al gigante Marcelo Barovero. Por el mismo camino accedieron a los cuartos de final de la Copa Sudamericana.
Por el lado de los de Carlos Bianchi la historia no es distinta. Con un gran Fernando Gago se impusieron al lastimoso Racing Club y al pobre Quilmes de Nelsón Vivas. Las falencias defensivas y las excesivas lesiones hacen que no logre hilvanar victorias consecutivas.
Durante los noventa minutos los dos conjuntos dejaron en claro que la realidad futbolística no se acerca a la cantidad de puntos que poseen. El centrodelantero buscado por Díaz se convirtió en el «creador». Teo Gutiérrez se alejo de la defensa de Boca y busco espacios fuera del área de Agustín Orión. Por su parte Manuel Lanzini y Carlos Carbonero, salvo escasas aproximaciones, no generaron peligro.
Ni el ya histórico Juan Román Riquelme, ni Fernando Gago lograron hacerse dueños de nada. Mientras que Juan Manuel Martínez, lejos de ser el delantero que brilló en Vélez Sarsfield se preocupó más por defender a pesar de ser el titular de la única asistencia del partido.
Los tres puntos quedaron para Boca, gracias a un acierto entre decenas de errores. River pagó la mala puntería y ausencia de ideas con una derrota que le quita el sueño de ser campeón y lo devuelve a la realidad.