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En un encendido editorial contra los dichos presidenciales sobre las «balas de tinta», el diario La Nación realizó una polémica defensa del golpe de Estado que sufrió Juan Domingo Perón el 16 de septiembre de 1955 por la autodenominada «Revolución Libertadora».
El periódico centenario, que celebrara hace casi 60 años la destitución de Perón a través de sus tapas, cerró ayer un círculo de coherencia al negar que el ex presidente haya sido derrocado con «balas de plomo». Ocurre que para La Nación, «Perón cayó, básicamente, porque su régimen se había agotado y abundaban los escándalos y las burdas muestras de autoritarismo.»
Bajo el título «La tinta no destituye», el diario de Bartolomé Mitre realizó un airado rechazo al discurso de la presidenta Cristina Fernández, quien la semana pasada señaló que «algunos intentan derrocar gobiernos populares con balas de tinta». En esa oportunidad, la mandataria sostuvo: «Me encantó la metáfora, lo de las balas de plomo que derrocaron a Perón con las balas de tinta que por ahí intentan derrocar o destituir gobiernos populares. ¡Qué metáfora tan exacta y tan perfecta!» De esa forma, se refirió a los dichos del intendente de Berazategui, Patricio Mussi, quien ese día la había antecedido en el escenario.
Para la dirección del diario, «en boca de la presidenta, esas palabras revisten una inusual gravedad por el ataque a la prensa que ellas encierran, pues la metáfora, lejos de ser »tan exacta y tan perfecta», es errónea y falaz de punta a punta». El editorial publicado ayer, que comenzó como un rechazo al «ataque a la prensa independiente», viró rápidamente al golpe de 1955, y señaló: «Ni las balas de plomo derrocaron al general Juan Domingo Perón, ni existen balas de tinta, ni, en caso de existir, podrían destituir gobiernos. Perón no cayó por obra de las armas que alzó la Revolución Libertadora en 1955. Cayó, básicamente, porque su régimen se había agotado y abundaban los escándalos y las burdas muestras de autoritarismo.»
El análisis de los Mitre no se quedó en el aspecto histórico y trazó un paralelismo con el actual gobierno de Cristina Fernández. «Los gobiernos pierden popularidad y caminan hacia su ocaso definitivo exclusivamente debido a sus errores, a las medidas que toman y a las que no toman», destacó, y señaló que la inflación, el aumento del delito, entre otras cosas, «son las balas, y no de tinta, que han herido al kirchnerismo. Sus propias balas.»
Para el periodista y escritor Eduardo Blaustein –autor de Decíamos ayer. La Prensa argentina bajo el proceso y el reciente Años de Rabia–, «la negación de la existencia de un golpe de Estado y la inmediata proscripción del peronismo es exactamente el tipo de retórica que manejaron los diarios en 1976 y va a contramano de la autocrítica que acaba de hacer O’Globo de Brasil”.
«La palabra destituyente es problemática pero fue la expresión más prudente que encontró en 2008 Carta Abierta para referir a comportamientos políticos y mediáticos que como mínimo apuntaron y apuntan a esmerilar y erosionar al gobierno, obviamente que no desde el viejo golpismo armado, pero sí con feroces conductas mediáticas, económicas y políticas que apuntan a desgastar, presionar, impedir, imponer», sostuvo Blaustein. En cuanto al rol de La Nación en ese proceso, sostuvo que «sigue abusando, como desde hace años, del verbo »atacar» o »embestir» en remplazo manipulatorio y agresivo de un verbo absolutamente rico, legítimo y democrático que es »criticar» o »cuestionar» el rol de los medios y ciertas prácticas periodísticas». Para el escritor, se trata de «una posición autoritaria en la que no existe el derecho elementalísimo e híper democrático de discutir con y contra los medios, como si fueran instituciones sagradas, intocables.»
El contexto en que el diario de los Mitre publica este editorial no es un dato menor. Apenas dos días atrás, el mayor diario de Brasil, O’Globo, pidió disculpas a sus lectores por su apoyo a la dictadura de ese país que se extendió desde 1964 hasta 1985. Lejos del »mea culpa» de su par brasileño, La Nación reforzó su postura histórica de apoyo a los sectores militares y civiles que destituyeron a Perón y no hizo referencia alguna a su rol durante la dictadura, accionar por el que es investigado en la causa por la apropiación de Papel Prensa por delitos de lesa humanidad, destacó el periódico Tiempo Argentino sobre el apoyo de La Nación y la reivindicación del golpe de estado del ´55.
El diputado del Frente para la Victoria Héctor Recalde consideró «increíble» la frase del medio para referirse al golpe de Estado del ’55. «En términos jurídicos, podría constituir el delito de apología pero además cualquiera tiene derecho a hacer una proyección de esas afirmaciones, porque lo que se le imputa a Perón en la editorial también hay quienes se permiten imputárselo a nuestro gobierno», cuestionó.
«Más allá de la presunción de inocencia, de la que goza La Nación por las imputaciones con relación a lo que se denomina la compra de Papel Prensa, es innegable la, por lo menos, complacencia que tuvo el diario con respecto a los bombardeos de Plaza de Mayo del 16 de junio, al golpe de 1955 y a la dictadura genocida de 1976», sostuvo Recalde. «Sería bueno –agregó– que viera hacia el Brasil, que advirtiera que un colega suyo como O’ Globo se arrepintió de una anti conducta similar.»
Por otro lado, el historiador Roberto Baschetti analizó los hechos a los que se refiere el editorial en cuestión y resaltó el rol de las «balas de plomo» en el derrocamiento del gobierno peronista. «Lo primero que hay que recordar es que el gobierno había sido revalidado en las urnas para el período de 1952 hasta 1958 con más del 62% de los votos, por lo que tenía un caudal mayoritario del pueblo argentino a favor», explicó Baschetti, dando por tierra con el argumento de La Nación de que se tratara de un «régimen agotado».
Explicó además que hay que tener en cuenta «una figura nueva» surgida tras los bombardeos de la Plaza de Mayo de junio de 1955: los comandos civiles, uno de los temas investigados para su libro La violencia oligárquica antiperonista. Su consecuencia directa, que presentará este viernes en la Feria del Libro Peronista.
«Son los que preparan el caldo de cultivo para que ese golpe del »55 sea provechoso. Esos comandos civiles, sectores oligárquicos, no sólo pelean y tratan de ocupar la calle con manifestaciones, rompiendo todo a su paso, sino que también roban armas, matan policías y ponen bombas», reconstruyó Baschetti. «Como la mal llamada Revolución Libertadora triunfó, nunca fueron apresados ni juzgados, sino que muchos, al amparo de gobiernos dictatoriales, asumieron cargos importantes tras el golpe», concluyó.
Esta nueva justificación del golpe a Perón y los paralelismos con el gobierno de Cristina Fernández vienen a profundizar el sinuoso camino marcado por La Nación en sus editoriales, donde, recientemente, ya hab
ía comparado la gestión kirchnerista con el régimen nazi de Alemania.