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Los jefes de Estado de las 20 economías centrales y emergentes más importantes del mundo se reunirán esta semana en la ciudad rusa de San Petersburgo con una agenda que, en principio, fue pensada para debatir la desaceleración de la economía global y las nuevas fuentes de desarrollo sostenible, pero amenaza con virar hacia una discusión de fuerte tono político a partir de la decisión de los Estados Unidos de intervenir militarmente en Siria. El anuncio de Barack Obama, si bien pareció apuntar a prorrogar por una semana la acción en ese territorio de Medio Oriente a la espera del pronunciamiento del Parlamento norteamericano, dejó en claro que no habrá espacio para las objeciones planteadas por el presidente ruso Vladimir Putin, o las de otros países –como Brasil y Argentina– que pidieron esperar el informe de los inspectores de la ONU sobre el presunto uso de armas químicas en Siria, antes de decidir la intervención armada.
El contexto será, en consecuencia, el de un foro de gobernanza mundial deliberando con una guerra en ciernes y, a 3800 kilómetros de distancia del escenario bélico, según una nota publicada hoy en Tiempo Argentino.
Las deliberaciones están previstas para el jueves 5 y el viernes 6 de septiembre y se desarrollarán en el imponente palacio del Príncipe Constantino, ubicado a unos treinta kilómetros de la ciudad considerada la capital cultural de Rusia. Hasta allí llegarán el miércoles 4 los mandatarios de Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, República de Corea, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, México, Reino Unido, Japón, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea, además de la potencia anfitriona.
La mandataria argentina, Cristina Fernández de Kirchner, arribará al aeropuerto de Pulkovo cerca del mediodía, con una comitiva que, en principio, estará integrada por el canciller Héctor Timerman; el ministro de Economía, Hernán Lorenzino; el viceministro Axel Kicillof; y la embajadora argentina en los Estados Unidos, Cecilia Nahon.
Durante su permanencia en San Petersburgo, la Presidenta mantendrá una reunión bilateral con Vladimir Putin, aunque ese encuentro todavía no tenía una fecha y horario confirmados oficialmente.
Por tratarse de un ámbito convocado para debatir sobre la crisis financiera mundial, la delegación argentina llevará a la mesa de discusión la situación derivada del fallo de la Cámara de Apelaciones de Nueva York que favoreció el reclamo de los fondos buitre, sobre la que hace un año, en la reunión del G-20 realizada en Los Cabos, México, había advertido el ministro Lorenzino. Fue cuando pidió la incorporación a la agenda del G-20 del problema de la sustentabilidad de las deudas soberanas. En este punto, insistirá sobre los riesgos de un fallo que ponga en jaque la mayor reestructuración de deuda del mundo, en momentos en que varios países europeos podrían necesitar de ese mecanismo para salvar su economía. También reiterará el planteo que ya formuló en otros foros, sobre la necesidad de reformar los organismos multilaterales de crédito para adecuarlos al nuevo mapa económico mundial, y uno de los ejes del debate de 2012: estimular el desarrollo de infraestructura para asegurar la creación de empleo y garantizar la inclusión.
Pero, además, compartirá con los otros dos países de la región que integran el Grupo, Brasil y México, la preocupación por un posible endurecimiento de la política monetaria en Estados Unidos, que provocaría un recorte de la liquidez que venía introduciendo en el circuito financiero, con la consecuente salida de capitales de los países de la región y la depreciación de las monedas locales.
En cuanto al conflicto geopolítico planteado a partir de la situación en Siria, la Argentina llevará la postura acordada el viernes en el marco de la reunión de Unasur que se realizó en Surinam y que quedó plasmada en la firma de un documento en el que los doce países miembros exigieron una solución pacífica del conflicto sirio, y la no intervención extranjera en sus asuntos internos. El bloque regional también planteó la necesidad de esperar a que la comisión de la ONU se pronuncie sobre los supuestos ataques con armas químicas.
A principios de este mes, cuando la Argentina asumió en Nueva York la presidencia pro témpore del Consejo de Seguridad de la ONU, la presidenta puso en cuestión la efectividad de ese organismo para resolver los conflictos en tanto perdure el derecho de veto de los miembros permanentes y propuso adoptar la «doctrina de la América del Sur», donde las resoluciones se toman por unanimidad para ayudar a la solución de las controversias.
También durante la cumbre del G-20, los países que conforman el denominado grupo de los BRICS, Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica, mantendrán una reunión para tratar su proyecto de crear un banco de desarrollo y un fondo de reservas, según informó el ministro de Hacienda de Brasil, Guido Mantega. En una rueda de prensa telefónica con periodistas extranjeros, el funcionario de Dilma Rousseff admitió que «ninguno de esos mecanismos están listos para usarlos en la crisis actual», pero estimó que el fondo de reserva de los BRICS, que tendrá 100 mil millones de dólares, debería comenzar a operar a inicios del próximo año.
En su rol de anfitrión, Putin intentó preservar la próxima reunión del G-20 como un espacio de discusión sobre mecanismos de salida a la crisis financiera global, ante la agenda que impone la crisis de Siria. «Esperamos conseguir decisiones conjuntas para desarrollar los mercados de capitales, regular el sector financiero y su infraestructura, tanto a nivel global como nacional, reforzar el comercio multilateral, reforzar los mercados energéticos y luchar contra la corrupción», indicó Putin en un comunicado difundido por la agencia RIA Novosti. A su vez, la sherpa rusa del G-20 Ksenia Yudáeva, explicó que «el lento crecimiento en la mayor parte de las regiones tanto en los países desarrollados como los emergentes es lo que más preocupa hoy en día» a los miembros del grupo.