Por José Luis Ponsico / Los llamados “borrachos del tablón» mantenían antiguas diferencias con el ex capitán de la selección nacional en el Mundial´78 y fueron a provocarlo. Passarella los enfrentó. A puño limpio. Lo cortaron con una navaja. En la riña callejera hubo heridos y los barras primero fueron excarcelados y luego condenados. Pasaron veinte años.
El episodio ocurrió el viernes 29 de enero, en plena feria judicial. Con navajas amenazaron al actual presidente de River. Eran cuatro o cinco contra los entrenadores -ex campeones del mundo en el ´78- y el masajista Carlos Peralta. Luego, se sumó el profesor Ricardo Pizzarotti. Vísperas del partido de apertura Torneo de Verano marplatense con San Lorenzo. El encuentro terminó 1 a 1.
El altercado se había originado el día antes cuando el plantel regresaba de sus prácticas físicas, bajo la supervisión del profesor Ricardo Pizzarotti, y varios barras se acercaron al micro de larga distancia para reclamar “entradas de favor”. En su declaración inicial el DT aludió a «la responsabilidad de la dirigencia cuando un grupo de vándalos virtualmente se habían adueñado del club», testimonió Daniel Passarella hace veinte años.
El más conocido, Cano, atacó con navaja. El barra apodado Sandokán y domiciliado en el partido de San Martín, cayó, se dijo, en enfrentamiento con la policía de la provincia de Buenos Aires. Con Guajardo extrajeron objetos cortantes. «De movida, apuntaron a la yugular de Daniel», declaró el profesor Pizzarotti.
El pleito, a los golpes, derivó en una causa policial. Dos integrantes de los referidos como «Borrachos del tablón» fueron procesados y acusados por «lesiones graves en riña».
Primero fueron excarcelados en feria judicial. Luego, condenados por el juez penal Reynaldo Fortunato. El magistrado cambió la carátula a instancia del abogado de Passarella, el penalista marplatense Jorge Cabarcos; y por pedido del fiscal, resolvió darles condena, «a cumplir» por “lesiones en grado de tentativa de homicidio».
Los barras terminaron recluidos ocho meses en la Unidad Penal de Batán a 15 kilómetros de Mar del Plata. Se recuerda el hecho como uno de los escasos antecedentes donde un futbolista o DT enfrentó directamente a los golpes a las barras bravas.