Por Álvaro Zoya | “Da mucha bronca que sigan presentándose para el armado de las listas personajes como Juan José Álvarez, Felipe Solá o Alfredo Atanasof, porque si bien en su momento los policías Alfredo Fanchiotti y Alejandro Acosta fueron juzgados como los responsables materiales de los crímenes de Maxi y Darío, todos sabemos quiénes fueron los responsables políticos”, explicó Leonardo Santillán, hermano del joven asesinado el 26 de junio del 2002 en los que se conoció como la masacre de Avellaneda.
Santillán le comentó a esta agencia que “lejos de tener una sensación de tranquilidad y alivio, seguimos cortando el puente todos los 26 de junio para denunciar todo lo que nos pasó ese día”.
Maxi Kosteki fue asesinado el 26 de junio de 2002 junto a su compañero, Darío Santillán, tiroteado por el comisario inspector Alfredo Fanchiotti, el cabo Alejandro Acosta y cinco cómplices. Tanto Fanchiotti como Acosta, de la policía Bonaerense, dispararon escopetas con balas de plomo. La bala que mató a Kosteki le impactó en medio del tórax. Cuando Darío Santillán lo auxiliaba, fue atacado por los policías. Santillán se alejó corriendo unos metros, y Acosta lo ejecutó por la espalda con su escopeta. Ambos policías recibieron penas de cadena perpetua.
El hermano de Darío señaló al ex jefe de la SIDE, Oscar Rodríguez, como uno de los máximos responsables políticos de la masacre porque en el juicio de Fanchiotti y Acosta “este sujeto había salido a declarar que el gobierno de Eduardo Duhalde veía con peligrosidad la unión que se estaba dando entre el sector piquetero y el sector de clase media”.
“En ese momento y con el apoyo de muchos medios hegemónicos, Duhalde salió a generar esa reacción para que la sociedad nos etiquetara como ‘delincuentes’. Sus funcionarios salían a decir que estábamos armados y preparando un plan para desestabilizar al gobierno”, explicó.
Luego del asesinato de los militantes, familiares de las víctimas junto a organizaciones sociales formaron el Frente Darío Santillán, orientado hacia el respeto pleno de los Derechos Humanos, contra el gatillo fácil, la violencia institucional y todas las formas de “impunidad, de ayer y de hoy”.
Leonardo se refirió a su hermano como un joven que dio la vida luchando contra las injusticas, como “las causas que le arman a los pibes pobres de nuestros barrios, los casos de gatillo fácil y contra las represiones”.
“Me siento orgulloso de ser el hermano de Darío y me da mucha satisfacción que su asesinato no haya quedado en el olvido. A once años de su muerte, estoy agradecido a él y a todos los compañeros que siguen luchando para visibilizar estas problemáticas sociales”, concluyó.