.
Por Agustín Espada / El descenso de Independiente empezó a gestarse hace 3 años, e institucionalmente, puede hablarse de muchos años más hacia atrás. También puede analizarse la última temporada, los últimos dos torneos en los que el Rojo jugó intrínsecamente en situación de descenso y comprometido seriamente con el mismo. Sin embargo, es bueno preguntarse qué fue lo que hizo que, futbolísticamente, el equipo de Miguel Ángel Brindisi no llegue a conseguir la tan buscada salvación a pesar de haber protagonizado una acentuada levantada con la asunción del ex Boca y Huracán a 10 partidos del final de campeonato.
Como primer punto es necesario destacar los números que arrojan las estadísticas: en los primeros 5 partidos del proceso a cargo de Brindisi, sumó 10 puntos, Argentinos Juniors ninguno y San Martín de San Juan 7. Todo cambió en las últimas cuatro fechas: Independiente sumó tan sólo 2, el verdinegro 12 –ganó todos los partidos que jugó luego de quedar casi descendido tras perder en Avellaneda un partido clave – y Argentinos 8. ¿Qué razones futbolísticas tiene este cambio en las presentaciones del equipo de Miguel Ángel?
Razones pueden enumerarse muchas, un equipo que desciende es fácil de ser criticado por sus falencias. Una de las principales causas es la falta de ambición para ir a buscar partidos: le pasó en Córdoba contra Belgrano y como local frente a Estudiantes, donde el entrenador pareció confiarse en los malos rendimientos de sus adversarios –Argentinos protagonizó una levantada increíble luego de excluir del plantel a Ariel Garcé, Diego Placente y Aníbal Matellán – y conformarse con el punto.
Colocar sobre el campo de juego un solo delantero como local frente a Estudiantes es todo un mensaje sobre lo que se quiere o espera conseguir en el partido –tanto para el rival como para el público que sabe que el punto no mueve la aguja del promedio – sobre todo si ese delantero es Juan Caicedo, relegando al banco de suplentes al paraguayo Adrián Fernández, la figura de la remontada.
Sin embargo, en un equipo que se encontraba en la situación de Independiente no puede negarse la falta de recursos para ir a buscar los partidos. Tampoco puede garantizarse que con dos delanteros en cancha el resultado hubiese sido otro.
En este punto, Daniel Montenegro no terminó de vestirse de conductor en ningún momento del campeonato y su principal aliado, Leonel Miranda, sufrió una baja en su rendimiento tras perder la titularidad con la llegada de Brindisi. Fabián Vargas tampoco aportó su cuota en la generación de juego, quedando la mayoría de los partidos más preocupado por no sentirse desbordado en la mitad de campo que en entregar pelotas limpias al “Rolfi”. Cuando Fernando Godoy hizo su ingreso en el equipo para colaborar con el colombiano fue cuando se vio lo mejor de Independiente.
La lesión que alejó a Federico Mancuello del tramo final del torneo –los últimos 3 partidos – también complicó al esquema de Brindisi, quien debió poner en cancha, ante la falta de respuestas de Osmar Ferreyra, al juvenil Juan Manuel Trejo, utilizando el tándem izquierdo de la reserva completado por el juvenil Villalba.
La principal falencia de Independiente estuvo puesta en la falta de recursos: mirando hacia el banco, ante la lesión o suspensión de jugadores, el entrenador nunca supo cómo modificar el sistema porque los intérpretes no satisfacían las demandas. Independiente no pudo reemplazar eficientemente a Juan Caicedo en las últimas dos fechas, a pesar de que el colombiano solamente anotó dos goles en todo el torneo.
No alcanzó con Trejo ni con Ferreyra para reemplazar a Mancuello. Ni Velázquez ni Vallés cumplieron de forma adecuada la tarea de lateral derecho, Godoy siempre fue una rueda de auxilio de Vargas –a quien le costó una infinidad completar los 90 minutos en cada partido y lo hacía notar en su rendimiento – pero nunca supo ser un volante por derecha. Daniel Montenegro no supo encajar en el dibujo, ni como volante por derecha en el comienzo ni como enganche después.
Así, remachado, fue el fin de Independiente. Cuando sus rivales comenzaron a ganar y debió salir a buscar el partido desde un comienzo, la falta de ideas, los nervios y un equipo sin identidad encontró dos derrotas al hilo – River y San Lorenzo – que lo terminaron sentenciando.