El ministro turco del Interior, Muammar Guler, indicó que 26 agentes del orden público y 58 civiles resultaron lesionados, uno de ello de gravedad.
Guler aclaró que muchos de los detenidos en los dos últimos días ya fueron liberados, mientras otros esperan para ser juzgados por participar en las protestas que la policía dispersó con gases lacrimógenos y cañones de agua.
Las demostraciones se iniciaron el pasado sábado en la Plaza Taksim, alrededor de la cual se encuentra el parque Gezi, uno de las pocas áreas verdes de Estambul, contra los propósitos del gobierno de demoler las instalaciones del parque.
En febrero de 2012 el gabinete aprobó la reforma del mencionado parque, pero algunos urbanistas destacan que en ningún momento se analizó su eliminación para construir allí un centro comercial al estilo de antiguas barracas otomanas.
Para esta jornada, la Plaza Taksim amaneció bajo una lluvia pertinaz, con decenas de personas que deambulaban entre negocios y autos quemados durante los enfrentamientos, pero medios de prensa locales estiman que las protestas podrían reanudarse.
Erdogan expresó ayer su disposición a dialogar con los manifestantes, sin embargo, éstos carecen de líderes específicos, pues pasaron, al parecer espontáneamente, de oponerse a la supresión del parque a demandar la renuncia del Gobierno.
Algunas organizaciones de defensa de derechos civiles denunciaron que el número de heridos superó el centenar en los choques con las fuerzas antimotines, las cuales incluyeron a la policía montada.
Medios de prensa locales especulan que uno de los heridos pudo ser atropellado por un vehículo policial, pero ello carece por el momento de confirmación oficial.
El primer ministro turco, del Partido Justicia y Desarrollo, de tendencia islámica, llegó al poder en 2003 y hasta ahora era considerado uno de los políticos más populares del país, con ambiciones de llegar a la presidencia en 2014.