María Carolina Llorens recibió hoy los restos mortales de sus padres en una ceremonia realizada en Monte Grande, partido de Esteban Echeverría, junto al ex juez español Baltasar Garzón, el secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda, organismos de derechos humanos y vecinos del Barrio Sarmiento.
El acto se realizó en un camino paralelo al Río Matanza donde, hace algunos meses, un vecino encontró los restos de dos personas que luego serían identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense como Diana Triay y Sebastián Llorens, militantes del PRT-ERP secuestrados a fines de 1975.
«Son emociones muy dispares, la alegría del encuentro, poder enterrarlos con dignidad y también está la tristezas del despedirse», dijo María Carolina, quien decidió cubrir las urnas de sus padres con una bandera argentina.
Al momento de los discursos, María Carolina se dirigió especialmente a Fresneda y le recordó que cuando crearon la agrupación HIJOS, a mediados de la década de los 90 «un acto como este era impensado».
«Ellos que volvieron de la desaparición, para los que nos toco conocer nuestros padres por fotos, abrazar estos huesos es abrazarnos con nuestros padres», dijo a su turno el secretario de Derechos Humanos.
Por su parte, Baltasar Garzón sostuvo que este tipo de actos de restitución destaca a la Argentina como «un ejemplo en el mundo entero, con la construcción de memoria que viene haciendo, de manera activa y proactiva desde hace muchos años».
«El empeño en que se socialice esta memoria, permite ver a niños jóvenes y adultos en actos por la memoria, es único en el mundo. no me cansare de decirlo», destacó el ex magistrado.
Uno de los momentos más emotivos se vivió con la llegada al lugar de la madre de Sebastián, Nelly, quien señaló a los desaparecidos como los segundos mártires de la patria y recitó un fragmento de un poema de Amado Nervo, que según contó, le recitaba a su hijo de pequeño.
A los presentes se les entregó un trabajo que recopila documentos, vivencias y testimonios acerca de Diana y Sebastián, y en sus páginas en donde además se pueden leer sus poemas y escritos.
«No hay cosa peor que ser espectador. Nunca lo acepté. Por esos estoy donde estoy», escribió Diana en su cautiverio, esa chica de las trenzas que encontró la muerte militando junto a su pareja y que hoy se volvió a encontrar con su familia que la esperaba desde hace casi 40 años.